El Real Zaragoza le venció al Fuenlabrada y encadena su mejor racha de la temporada. Todo lo que fue mal en la primera mitad, mejoró en la segunda. La entrada de Azón, Álvaro Giménez y Miguel Puche fue definitiva y aclaró el panorama. Hasta el punto de convertir un partido plano en uno tremendamente emocionante. Resulta sencillo reducir el fútbol a un estado de ánimo. Y, según esa teoría, el Zaragoza sonríe como nunca en el curso, gracias a su cantera.
Cristian Álvarez (6): Intacto durante casi todo el partido, nada pudo hacer en el tanto del Fuenlabrada. Un desvío inoportuno de Jair alejó el gol de su alcance. En el resto de los acercamientos estuvo sobrio, sin fisuras.
Fran Gámez (5): Ha perdido profundidad pero lo compensa con mayor rigor defensivo. Poco intimidado por Ontiveros, guardó bien la marca después, cuando el Zaragoza ya había conseguido su ventaja.
Alejandro Francés (5´5): Quizá más impulsivo que en otras ocasiones, lideró la línea defensiva en el tramo de mayor dificultad. JIM le pidió calma en el cierre del partido y él respondió con garra.
Jair Amador (5´5): Desafortunado en el área propia, fue peligroso también en la contraria. Las únicas acciones prometedoras del primer tiempo llegaron a través de su juego aéreo. Curiosamente, la misma suerte le condenó en un gol que no fue definitivo.
Pep Chavarría (7): Discreto en el primer tiempo, feliz en el segundo. Encaró, subió la banda y midió su centro. No hubo locura en sus expediciones, sino una profundidad bien controlada.
Radosav Petrovic (5´5): No supo gestionar la circulación durante muchos minutos, pero mejoró un mundo tras el descanso. En ese punto del viernes, estuvo sensato y lúcido en el juego.
Jaume Grau (5´5): Empezó bien el partido, mostrando personalidad y toda su energía. Perdió pie durante el primer tiempo y progresó hasta recaer de sus molestias.
Eugeni Valderrama (6): Inadvertido al principio, inspirado después. En los mejores minutos del Zaragoza, ofreció dos acciones de fantasía. En la primera pudo marcar un gol de postal, con una rabona que salvó el Fuenlabrada bajo palos. En el segundo, dejó un caño en forma de pisada.
Sergio Bermejo (6´5): Ha madurado y parece otro. Se aplica en defensa, no rehúye la disputa y sus partidos son ahora un ejercicio de solidaridad y compromiso.
Juanjo Narváez (3): Discreto, intacto y sin hambre. Si alguna vez este equipo fue más suyo que de nadie, ha dejado de serlo.
Sabin Merino (4): Voluntad, intención y poco más. Sin protagonismo en el juego, se ofrece en carreras que nunca van a ninguna parte.
Cambios del Real Zaragoza:
Iván Azón (9): Vive su momento más feliz como profesional. Pelea, se ofrece y contagia. Y además marca, en acciones en las que ya no se le nubla la vista. No importa el lugar en el que actúe. Cada vez entiende mejor el juego y los secretos del remate. Cazó un rechace de tijera y lo mandó a la red. Es todo corAzón y da la impresión de que su suerte ha cambiado para siempre.
Álvaro Giménez (9): Su entrada en el campo y su sociedad con Azón hicieron que el partido se pusiera boca abajo. Jugó siempre con inteligencia, guardó la jugada y mejoró todo lo que tocó. En el área no pensó en sí mismo y peinó el balón para que marcaran otros.
Miguel Puche (9): El partido necesitaba a un insolente, a un jugador descarado, que no teme al error ni al riesgo. Y allí apareció Puche, feliz en ese ambiente. Amenazó dos veces con la zurda y marcó luego de cabeza. Su primer gol con el Zaragoza fue definitivo y una prueba de sus recursos en el área. Siempre tuvo un don para los grandes momentos y el suyo, en este Zaragoza, ya ha llegado.
Valentín Vada (5): No destacó pero tampoco desentonó en su entrada en el partido. Fue discreto, una de esas virtudes que nunca siente como suya.
Lluís López (SC): Su entrada al campo llegó para reforzar la defensa en el descuento, en uno de esos cambios que parecen hechos a la medida de JIM.
Entrenador:
Juan Ignacio Martínez (7): Si se equivocó en el plan inicial, supo corregirlo tras el descanso. Hay quien piensa que es una forma de fallar dos veces o de acertar para siempre. En la segunda mitad, llenó de tensión y de entusiasmo a los suyos. Quizá porque con los buenos es mucho más fácil ganar, por mucho que tengan etiquetas de revulsivo. El Zaragoza fue otro con la entrada de Azón y Álvaro y mostró todas las grietas del Almería. Reservó su mejor obra para después, con la llegada al partido de Puche. El canterano marcó un gol que nunca olvidará y que sirvió para vencer.
JIM sonríe y cree, ahora sí, en el día a día. El partido le deja en buen lugar, porque esta vez los cambios lo cambiaron todo. Al acabar el partido insistió en que pensar en el playoff es una absoluta locura. Mientras tanto, la afición bendice a su cantera.