El Real Zaragoza empató frente al Albacete en un partido plano y sin encanto. Aburrido de principio a fin, si alguien tuvo cerca el triunfo en la recta final fue el equipo aragonés. No se decidió el bloque de Fran Escribá, falto de ambición y de pulso competitivo. Enfrente estuvo el Albacete de Rubén Albés, cómplice en la siesta, en el empate y en el juego.
Álvaro Ratón (4): El partido define bien todas sus virtudes y también sus defectos. El rival detecta sus inseguridades y le busca en el juego aéreo. Allí aparece vulnerable, con un temblor permanente. En la primera mitad, mostró que entre tantas dudas también le quedan algunos reflejos.
Gaizka Larrazabal (6): En un partido chato, en el que todos quisieron el balón al pie, el vasco buscó la profundidad. En la segunda mitad, amenazó a la carrera, con intención y grandes centros.
Alejandro Francés (6´5): El regreso al once le sentó bien. Anticipó, estuvo sobrio por alto y por bajo y no hubo fisuras en sus duelos. Veloz a campo abierto, es la mezcla ideal para Jair.
Jair Amador (6´5): Volvió a asomar su remate en el área rival y estuvo fiable en la propia. Participó mucho en la salida del juego, en una señal clara de que al Zaragoza le costó demasiado progresar. En defensa, es toda una garantía.
Gabi Fuentes (4): Le falta disciplina en defensa y atrevimiento en ataque. Se conforma siempre y vive los partidos sin riesgo, en una posición demasiado cómoda.
Manu Molina (4): No siguió la pista que trazó ante el Ibiza. Si en La Romareda mostró lucidez, agilidad y ritmo en su fútbol, en el Carlos Belmonte estuvo lento y discreto. No aprovechó su primera titularidad con Escribá.
Alberto Zapater (5´5): El partido, jugado al trote, le sentó bien. Llegó a tiempo a las disputas, supo ordenar al equipo y tuvo un lugar estratégico en el plan de su técnico.
Francho Serrano (6): Acostado en el perfil derecho, intentó darle dinamismo y conducción al partido. No estuvo fino en el último pase, pero probó suerte en el centro y ensayó algún disparo.
Eugeni Valderrama (2): El contexto era ideal para él. Regresaba al Carlos Belmonte, se estrenaba como titular con Escribá y llegaba después de completar su mejor acción de la temporada. Su partido fue, sin embargo, una gran decepción. Vive sin pulso, con la lengua fuera.
Giuliano Simeone (5): Ha perdido acierto, pero nunca intención. Se desmarca, cree en pequeños imposibles y es una promesa en todas las carreras. Hay un detalle preocupante: en el Carlos Belmonte no dejó huellas en el área.
Pape Makhtar Gueye (4): Lo intenta y es siempre llamativo, aparatoso. Pero en su fútbol hay más torpeza que acierto, más lucha que destreza. Tuvo la mejor ocasión del partido y sigue sin saber marcar en el curso.
Cambios del Real Zaragoza
Valentín Vada (4): Si jugó, hizo un gran esfuerzo por disimularlo. Frío. Su mejor virtud es siempre la tensión competitiva y en el Carlos Belmonte no llegó a mostrarla.
Víctor Mollejo (5): Al Zaragoza no le iban mal sus revoluciones, pero Mollejo se contagió del partido. El colegiado señaló falta en el mejor de sus robos.
Carlos Vigaray (7): Su regreso fue la mejor noticia en el Carlos Belmonte. En su salida, se le vio emocionado, en el final de su calvario. Con el balón en los pies, dejó señales prometedoras, hasta ganar la línea de fondo y dejar en el camino a su marca.
Jaume Grau (SC): Su entrada en el campo fue una anécdota más. Está por ver si recupera su sitio en el duelo ante el Huesca.
Entrenador:
Fran Escribá (5): Su idea pasaba por no perder y por mantener la portería a cero. Y en el Carlos Belmonte consiguió las dos cosas. Pero el desarrollo del partido favoreció al Zaragoza, incapaz de vencer a un Albacete venido a menos. Su equipo no ganó porque nunca se murió por hacerlo. El técnico fue cómplice con sus cambios, poco ambicioso desde su lugar en la grada. Sin ir más lejos, reservó a Sergio Bermejo, el jugador más diferente del grupo, y retrasó los cambios en exceso. Escribá se conformó con una versión menor de su equipo, también cuando la victoria estuvo al alcance de su mano. En un duelo inoportuno, el Zaragoza firmó el empate entre treguas y bostezos.