El Real Zaragoza ganó un partido en El Estadio de la Cerámica que parecía ya perdido en el descanso. Fran Escribá se equivocó en su plan inicial pero acertó en los cambios que llegaron después. Iván Azón mostró que su fe sigue moviendo las montañas, Miguel Puche ganó la banda y Víctor Mollejo le puso su firma a la victoria. En un equipo bipolar, propenso a los extremos, el Zaragoza reconstruyó en la segunda parte todo lo que se había deshecho en la primera. Lo hizo a través del pulso competitivo y de la voluntad, con la épica como aliada. Solo así pudo brindarle el triunfo a una afición cada vez más conmovedora, que llenó de blanco y azul el estadio del Villarreal.
Cristian Álvarez (6): Mantuvo con vida al equipo cuando lo más sencillo era perder la esperanza. Tras vencer, dejó para el recuerdo un fotograma muy especial. Emocionado y conmovido, fue el abrazo más feliz de toda la victoria.
Fran Gámez (5): Tibio en la defensa de su área, sí que mostró valentía en ataque y voluntad de ganar la banda. Desordenó el partido pero sufrió un mundo ante los recursos de Sergio Lozano. En la segunda mitad, fue otro.
Alejandro Francés (4): Pasional en la victoria, pero señalado en la derrota. Le faltó contundencia en su área y Fer Niño mostró que, de momento, Francés ha dejado de ser el más rápido del lugar. Mejoró, como todo el equipo, en la segunda parte.
Jair Amador (4): No fue la certeza de todas las tardes. Confuso en los despejes, flotó demasiado a sus marcas y solo estuvo firme en el último tramo del encuentro.
Gabriel Fuentes (5): Arregló con un centro impecable un partido discreto. Hubo rebeldía en su juego, un punto de intención, pero también caos y una anarquía mal entendida. Lo compensó todo con su mejor centro en el curso, con un balón que llegó con música hasta la cabeza de Mollejo.
Tomás Alarcón (4): Se nota la inactividad, en su fútbol hay fatiga y demasiado error. Llegó tarde a todas las disputas del primer tiempo, pero corrigió ligeramente en el segundo, hasta robar el balón del primer gol. Francho Serrano corrió por él.
Francho Serrano (7): Aunque no tuviera un gran rigor táctico en la primera mitad, mostró que el fútbol está hecho para los valientes. Guió al Zaragoza cuando peor estaba y le puso alma y corazón a todas las jugadas.
Gaizka Larrazabal (5): Una buena acción sirvió para corregir muchos minutos de absentismo. Cuando el partido estaba entre tinieblas, encontró la carrera de Iván Azón, el camino hacia el gol.
Eugeni Valderrama (3): Frío, sin grandes aciertos ni peso en el juego. El Zaragoza volvió a mejorar con su marcha.
Víctor Mollejo (7´5): Marcó dos tantos en uno solo y firmó una victoria agónica. El primero, llegó con suspense y dudas sobre su autoría. El segundo, fue un cabezazo pleno y definitivo. El mejor de todos sus remates con el Zaragoza.
Pape Makhtar Gueye (2): No tiene fútbol ni eficacia ni suerte en los partidos. Displicente, se aleja del área y del remate. El Zaragoza no lo busca bien y él no hace absolutamente nada por encontrarse.
Cambios del Real Zaragoza:
Iván Azón (7´5): Cambió el partido y el panorama, con un fútbol que se entiende mejor desde la pasión. Buscó el desmarque definitivo y cruzó el balón que rescató al Zaragoza para el encuentro. Después, guardó el cuero y encontró soluciones en la segunda línea. Estuvo también en el germen del gol definitivo y fue el impulso que el Zaragoza necesitaba.
Valentín Vada (6): El equipo necesitaba su pasión y su voluntad. Sin hacer un partido brillante, volvió a mostrar todo su compromiso y logró contagiar al grupo.
Miguel Puche (7): El canterano volvió a disfrutar del juego, a contar muchos más aciertos que errores en el partido. Desequilibró y centró hasta provocar el tanto del empate.
Manu Molina (5´5): Le dio fluidez al juego y recursos en corto y en largo al equipo. Fino en el último pase.
Carlos Nieto (SC): Salió en el descuento, cuando el equipo tenía ya la victoria en su mochila.
Entrenador:
Fran Escribá (6´5): Guardó algunas de sus mejores armas para la segunda parte y el partido estuvo a un dedo de marcharse para siempre. En el descanso, agitó su banquillo y Azón le ganó la partida a Gueye y a toda la defensa del amarilla. Detectó los defectos del Villarreal B en la segunda mitad y los rastros de su bajón físico. Administró sus movimientos con cautela hasta lograr que el Zaragoza ganase en el tramo final, desde la agonía. En sus correcciones, hubo un punto de humildad y otras dosis de acierto. Acierta cuando se equivoca. Y tuvo una incidencia clave en la resurrección del Zaragoza.