ZARAGOZA | El Real Zaragoza cayó sin rechistar ante el Málaga en La Rosaleda. La segunda parte mostró todos los defectos del Zaragoza, frágil en la marca y en el fútbol, incapaz de responder a un grupo hundido hasta ayer. Rubén Castro fue el verdugo, el villano perfecto de un equipo condenado a luchar por su supervivencia. El canario mostró ese don que siempre le ha hecho distinto. El Zaragoza fue el testigo ideal de su récord como máximo goleador del fútbol español. Hubo un punto de desidia en la derrota aragonesa, en otro de esos capítulos que entran directos en la peor de las leyendas.
Cristian Álvarez (5): No pudo hacer más en ninguno de los goles, vendido por su defensa, vencido por la ejecución perfecta de dos veteranos. Otra goleada más y solo pudo recoger el balón desde su portería.
Gaizka Larrazabal (3): Blando en la marca y tímido en los ataques. Lago Junior le hizo temblar y Escribá le sustituyó poco después.
Lluís López (3´5): El toque de atención a Francés no tuvo sentido, entre otras cosas porque López no le mejora en nada. Confuso en los duelos, le resta velocidad a la defensa.
Jair Amador (3´5): Si en la primera mitad resolvió los centros más peligroso, en la segunda el Málaga descubrió sus defectos. Rubén Castro le dejó siempre con el molde.
Carlos Nieto (4´5): Fue el mejor de la defensa pero eso en este Zaragoza empieza a significar muy poco. Rompió el fuera de juego en el primer tanto del Málaga.
Tomás Alarcón (4): Cuesta ubicarle en este equipo. Se desplaza tarde, como si arrastrara una armadura muy pesada. En su juego, no hay fluidez ni grandes aciertos.
Francho Serrano (5´5): Es un futbolista de equipo, pero el partido le obligó a actuar como un solista. No estuvo fino con el balón, pero ofreció kilómetros como respuesta.
Sergio Bermejo (4): Aleix Febas le mostró como tiene que actuar un jugador de su condición. Inconstante, a su encuentro le faltó pelea y rebeldía. Pudo marcar de zurda, pero su disparo se fue a la grada.
Tiago Bebé (6): Es la llave del peligro y juega un partido distinto al resto. Provoca el temor de los rivales y el respeto de sus compañeros. Desbordó y afiló su disparo. Solo, incomprendido.
Valentín Vada (3): Torpe en el espacio reducido, pasó sin pena ni gloria por La Rosaleda. No mostró intención ni garra y sin eso es un cualquiera.
Giuliano Simeone (4´5): Frustrado, sigue peleado con su suerte. Cantó un gol que ya estaba hecho y Ramalho se lo robó sobre la línea. En la segunda mitad se le vio abatido, perseguido todavía por ese fantasma.
Cambios del Real Zaragoza
Fran Gámez (3´5): El paso por el banquillo le hizo perder confianza, pareció más débil que nunca ante Lago Junior. No mostró rigor en la fase defensiva y no ganó la línea de fondo. No se encuentra.
Miguel Puche (4): Le falta la frescura y la naturalidad que le hizo llegar al primer equipo. Recibió golpes y ahora le cuesta levantarse. Estuvo discreto, cuando nunca lo ha sido.
Pau Sans (SC): Escribá le reclutó en el peor momento, cuando el partido estaba decidido. Apenas tuvo contacto con el balón, pero buscó el espacio y su suerte. Su técnico le pidió un imposible.
Manu Molina (SC): No sabe cuál es su lugar en este Zaragoza. Fue un recurso vacío de su entrenador, un intento fallido.
Pape Gueye (SC): Quiso ganar por el aire algún duelo y perdió pie a ras de suelo.
Entrenador
Fran Escribá (3): Confundido en el planteamiento, a su equipo le faltó tensión competitiva, ambición y sentido de la ocasión. No hubo aciertos en sus novedades y tardó demasiado en mover las piezas ante las curvas. Rígido en su sistema, escogió la experiencia y nunca la frescura. Su figura se ha debilitado en dos goleadas y a él le han faltado recursos para improvisar sobre la marcha. Su equipo firmó su rendición en el primer golpe, incapaz de rebelarse ante nadie. La competición ha descubierto a un Zaragoza frágil, lleno de miedos y de vergüenzas.