El Real Zaragoza venció en el último suspiro y deja al Andorra en una posición delicada, con la depresión que solo descubren las derrotas. No fue fácil vencer a un equipo especial, dueño de un estilo propio, que funcionó en el juego pero no en las áreas. En la última acción del partido, Francho Serrano guió al Real Zaragoza en la recuperación y lanzó un contragolpe definitivo. Lo continuó Giuliano Simeone, hasta encontrar a Bebé en el mejor momento. El portugués mostró que en su fútbol sigue habiendo frialdad y recursos, talento y definición, gol y baile.
Cristian Álvarez (7): Es un mago silencioso, firme en la rutina y también en los momentos de la verdad. El FC Andorra cargó el área pero no amenazó su portería hasta el tramo final. Allí apareció Cristian con uno de esos vuelos que están hechos a su medida.
Fran Gámez (5´5): Indeciso en algunos tramos, se rehízo más tarde y logró profundizar por su costado. No acabó de cerrar todo lo que empezó, pero mostró que está recuperado.
Alejandro Francés (6´5): No era un partido sencillo para él, sin una marca clara durante muchos minutos. Se le vio fresco, concentrado, con esa intuición defensiva que siempre le ha hecho distinto.
Jair Amador (5´5): Defendió el área con acierto, especialmente en las acciones que llegaron por el aire. Sigue siendo un rascacielos.
Carlos Nieto (3´5): Sufrió un mundo por su perfil, en el agujero más visible del grupo. Se rehízo ante la amenaza de Bundu, pero nada pudo hacer con la aparición de Varela. Tiene mala suerte: la temporada le reserva siempre el marcaje más difícil.
Alberto Zapater (5´5): Comprometido y servicial, persiguió sombras durante muchas fases del partido. Tozudo y leal, nunca se rindió, hasta ser un capitán ejemplar y necesario.
Francho Serrano (8´5): Cuajó uno de sus mejores partidos como profesional. Es un fondista, puede parecer el pulmón del equipo y también su cerebro. El plan del Andorra le exigió un sobreesfuerzo y Francho corrió por él y por el resto. Fue decisivo en el tramo más complejo del encuentro y el germen del único gol que se marcó en El Principado.
Sergio Bermejo (5): Aunque en sus partidos hay instantes de inspiración y genialidad, se conforma con poco y le falta ponerle un broche a todas sus acciones. Un golpe le apartó del partido.
Víctor Mollejo (5´5): Decidió bien en una contra en la que Giuliano se encontró con el palo. Le puso alma a las disputas, pero acabó lesionado en una de ellas.
Giuliano Simeone (8): Generoso, su fútbol está lleno de intención y de voluntad. Pide el balón, se ofrece en disputas que parecen perdidas y diseña las mejores ocasiones. No tuvo suerte ante la portería de Marc Vidal, pero sí que encontró la carrera de Bebé en el gol definitivo. Más que un goleador puro, es un absoluto tesoro.
Cambios en el Real Zaragoza:
Miguel Puche (6): Rebelde y entusiasta, se ha ganado un sitio en la rotación, bendecido por Escribá. Cada vez mejor en el regate, fue agresivo en la presión y valiente en los duelos. En su juego hay una paradoja: se le dan mejor los laberintos que las acciones más limpias.
Tiago Bebé (9): El fútbol le reservaba la mejor sorpresa en su debut. El portugués mostró que puede ser el camino más corto hacia el gol, la gran ilusión de la segunda vuelta. Tuvo que hacer muchas cosas en El Principado. Se implicó en la fase defensiva y probó que está fino en los metros de la verdad. En el descuento, decidió con clase y pausa, para marcar la mejor de todas las diferencias.
Tomás Alarcón (5): Discreto, complementario, jugó en el tramo de mayor agobio.
Jaume Grau (SC): Su aparición iba a ser solo testimonial, pero el Zaragoza reinó en el descuento. Y él estuvo presente.
Entrenador:
Fran Escriba (6´5): Su Zaragoza tiene capacidad de sufrimiento e identidad competitiva. El partido ante el Andorra lo mostró de nuevo, frente a un equipo que maneja el juego de pe a pa. Movió las piezas con sigilo y reordenó al equipo cuando más sufría. El Zaragoza resistió frente a la partitura de Sarabia, Aguado y su Andorra. Y encontró en el descuento el mejor de todos los atajos. Simeone tiene un nuevo socio y Bebé mostró que todavía puede bailar.