El Real Zaragoza empata en el campo de un aspirante. Ante el Tenerife mostró capacidad competitiva, pisó más el área y provocó las mejores ocasiones del encuentro. En el tramo final, el colegiado perdonó una expulsión de Juan Soriano y Nano Mesa falló un gol cantado. El resumen fue claro: el Tenerife debió acabar el partido con un futbolista menos y el Zaragoza con Azón y ningún otro.
El equipo de JIM hizo casi todo para ganar pero no le molestó empatar el partido. Fue un equipo digno y esa es la receta de lo que resta de temporada.
Cristian Álvarez (5): Estuvo correcto en los disparos desde la larga distancia, pero no pudo guardar su portería en el empate de Sashoua. En el resto del encuentro, no mostró ni fisuras ni lagunas.
Fran Gámez (6): Suelto y profundo, como si el lateral volviese a ser solo suyo. En el descuento, proyectó al Zaragoza y conquistó con frecuencia su banda.
Alejandro Francés (6´5): Si llegó con molestias al partido, nunca se le notó. Estuvo firme, veloz en el cruce y concentrado en todas las disputas.
Jair Amador (6): Sobrio. Por alto y por bajo. Sigue sufriendo en la salida del juego, pero lo compensa con su fortaleza en el aire y su responsabilidad defensiva.
Pep Chavarría (5´5): Discreto en la banda, no sufrió demasiado ante el fútbol interior de Andrés Martín. Tampoco progresó demasiado y sus mejores centros se quedaron a un dedo del remate.
Alberto Zapater (5´5): Como era de esperar, va de menos a más en este tramo de la temporada. En la media, le pone voluntad para llegar al lugar al que ya no llegan sus piernas.
Valentín Vada (7´5): Completó su mejor partido en mucho tiempo. Fabricó para otros el gol y acabó marcándolo para sí mismo, vivo y listo en el rechace. No lo celebró, pero ya ha empatado con Álvaro Giménez e Iván Azón como máximos goleadores.
Eugeni Valderrama (5´5): Desperdició las mejores opciones en la estrategia. Y las tuvo de falta y de córner. En el repliegue, estuvo comprometido. En la salida, quizá algo impreciso.
Borja Sainz (7): Mostró verticalidad, intención y recursos en su fútbol por fuera. En la primera mitad, fue la mejor pista del Real Zaragoza. Sin ir más lejos, a partir de su carrera llegó el gol. También el pase para Azón que el árbitro no consideró expulsión. Vuelve a tener hambre. Y veneno.
Iván Azón (7): No marcó, pero ofreció su fútbol inteligente y generoso. Jugó de espaldas, supo correr y proyectó las mejores opciones del Zaragoza. Se quedó a un dedo de marcar en el lugar de su estreno. Valorar su fútbol solo con goles es injusto. Y también en eso es el mejor de este equipo. En el tramo final, forzó una expulsión que el colegiado nunca contempló para el Tenerife.
Álvaro Giménez (5´5): Su fútbol se ha vuelto silencioso, discreto. Hay que mirar con lupa sus arrastres y su sentido colectivo. En eso es un gran delantero. Pero ha perdido peso y pólvora en el área.
Cambios del Real Zaragoza
Sabin Merino (5): Demostró en muy poco tiempo que no está para ser titular en este equipo. Tuvo opciones a la carrera, pero desconfía de sí mismo. Le faltó pólvora y ambición, pausa en el tiempo de las prisas. Encontró a Nano Mesa en un gran centro.
Sergio Bermejo (5´5): Recuperado de su lesión, ofreció brega y sentido colectivo. En ataque, apenas se pronunció.
Lluís López (5): Es el peón perfecto para JIM, que le usa en cualquier circunstancia. En una media sin grandes recursos, ahora López es para el técnico un buen recurso.
Nano Mesa (3): Tuvo el gol de la victoria, la oportunidad de ser héroe para el Zaragoza y villano en su Tenerife. Quiso decidir con el pecho en un balón que era fácil resolver con la cabeza. Falló a quemarropa y acabó el partido entre lágrimas.
Carlos Nieto (SC): Estuvo correcto en el doble lateral, sin alardes ni errores.
Entrenador
Juan Ignacio Martínez (5´5): Su equipo mostró dignidad y un buen gen competitivo. Ante un equipo que juega siempre con buena letra, supo atacar más y mejor que nadie en el Heliodoro. Si su equipo no tuvo complejos, a JIM le pesaron los mismos de siempre. Con la oportunidad de ganar el partido, no se decidió a ir directamente a por él. Los cambios lo prueban mejor que nada. El resultado deja un punto meritorio.
Fue un punto de honor pero, en el fondo, fue solo un punto.