El Real Zaragoza empató ante el Eibar un partido que debió ganar con todas las letras. El equipo que dirige Gaizka Garitano jugó más de medio partido en inferioridad y el Zaragoza se estrelló siempre ante una barrera imaginaria. No atacó bien, no leyó ni el partido ni los espacios y solo generó multitudes en el área, nunca grandes ocasiones. Acabó desquiciado por un arbitraje delirante, que le robó a Bermejo el único gol que había en las cuentas del partido. El Zaragoza lo centró todo y siempre a la nada más absoluta, incapaz de desnudar a un grupo que jugó con dos menos un tramo demasiado largo del encuentro. La superioridad numérica fue también una demostración de impotencia.
Cristian Álvarez (5): Intacto. El Eibar nunca le puso en aprietos y Álvarez se convirtió en un espectador más del partido.
Fran Gámez (4): Ni desborda ni se suelta en ataque. Tímido, juega siempre porque su competencia es menor. Carcedo temió que fuera expulsado y acabó sustituido en el descanso.
Lluís López (5): Estuvo más sólido en defensa que en Anduva, pero nunca le dio agilidad al juego ni recursos a la salida del cuero. Francés apura su puesta a punto y Lluís López volverá pronto a su sitio.
Jair Amador (7): Fue el mejor del equipo, en ataque y en defensa. Solventó los intentos del Eibar en el primer tramo del partido. Sus ocasiones en el área rival hablan bien de él y mal del resto.
Gabriel Fuentes (5): Su irrupción inicial apunta ahora al espejismo. Centra mal y lo hace demasiado, sin cuidar su golpeo y sin barajar las opciones de remate. Le falta rigor en defensa y en ataque solo encontró a Vada una vez entre todos sus intentos.
Jaume Grau (5´5): Dejó algún bonito gesto técnico pero le faltó constancia a su partido. Debe ensayar más disparos desde la distancia y probar soluciones distintas en los partidos. A veces, tiene miedo de romper un plato.
Francho Serrano (5): No era un partido sencillo para él, pero nunca encontró su sitio. Quiso desordenar el juego con sus apariciones, pero le faltó protagonismo en ataque.
Sergio Bermejo (6): Impreciso en los metros finales, el árbitro arruinó su mejor momento. Bermejo había resuelto con un pase suave a la red y Trujillo Suárez castigó su caricia sobre Arbilla. Ese gol hubiese sido para él una liberación, pero Carcedo lo convirtió con su cambio en una pequeña condena.
Valentín Vada (4): Imprescindible para su técnico e insustancial para el resto. Su mejor acción del partido llegó a balón parado, cuando fue capaz de provocar la expulsión de Venancio. Aportó muy poco en todo lo demás.
Giuliano Simeone (6´5): Escorado a la izquierda, jugó siempre muy lejos del peligro. Comprometido en defensa, le faltó frescura en ataque. En los últimos minutos pidió el balón y desbordó desde la base, con la rebeldía que solo él tiene. En esa suerte, no le acompaña nadie.
Iván Azón (5´5): Quiso fomentar su sociedad con Simeone pero todavía le falta un punto de explosividad a sus ataques. Carcedo le alejó del campo cuando más podía aportar.
Cambios del Real Zaragoza
Gaizka Larrazabal (5): Entró en el descanso para darle vuelo al equipo por el costado. Ganó línea de fondo, pero tardó en calcular su centro y acertó muy poco en esa suerte.
Pape Gueye (5): Todavía no se encuentra y el equipo no sabe buscarle. Lejos del área parece un futbolista torpe, sin recursos para la conducción o pies para el pase. Cuando ganó duelos por el aire, tampoco enfocó bien su remate.
Víctor Mollejo (5): No despejó el laberinto ni mejoró el juego colectivo. En su fútbol hay brega, pero poca pólvora.
Miguel Puche (SC): Su lugar en el partido estaba por fuera, pero Carcedo le situó como una pieza más de su embudo.
Manu Molina (SC): Jugó el tramo final y solo pudo dibujar un par de servicios al área.
Entrenador:
Juan Carlos Carcedo (3´5): Cambió a los intérpretes, pero se plantó con el sistema. Tardó un mundo en situar a Giuliano Simeone en el centro del escenario y retiró a Azón cuando el partido estaba para él y su entusiasmo. Su Zaragoza se durmió ante un equipo que resistió sin agobios con dos jugadores menos. Carcedo perdió la pizarra ante Garitano y no leyó el mapa de un partido que al Zaragoza nunca se le debió escapar. Triste ante los medios, su equipo no trasmite pasión ni sentido de la oportunidad. El técnico se mueve poco y arriesga menos y eso suele ser la peor de las recetas en este juego. Conoce la pizarra y sus secretos, pero le falta intuición con el encuentro en marcha. El equipo aragonés llenó el partido de centros pero Carcedo no diseñó para los suyos ningún plan de remate. Su Zaragoza sigue estancado en el mismo quiero y no puedo.