El Real Zaragoza comienza el año como terminó el anterior. Derrotado en Anduva desde la alineación, el Mirandés fue un equipo herido pero con ganas de vencer. El equipo de JIM ofrece una imagen peor cada partido, desquiciado, sin recursos para pensar en nada que no sea la permanencia. Cuando el partido empezaba a ser del Mirandés, Vada se lo puso en bandeja con una reacción infantil, el perfecto reflejo de un grupo que ya no se encuentra.
Cristian Álvarez (3´5): Resolvió algún centro peligroso del Mirandés y alguna de las amenazas que llegaron por banda. No supo ofrecer resistencia a dos tantos con la firma de Alejandro Marqués. Volvió a dudar en las salidas, hasta aceptar su derrota en un gol que nunca entró.
Alejandro Francés (4): Desubicado, la línea de tres centrales tampoco le favoreció. No tuvo una referencia ofensiva a la que defender y no anticipó como acostumbra. Permitió el centro del primer tanto. Desenfocado.
Jair Amador (3): Aunque resolvió muchas de las cargas del Mirandés en el fútbol aéreo, titubeó más de la cuenta. Descuidó la marca de Marqués en el primer tanto y se paseó en el segundo, para perfilar mal un despeje que nunca llegó.
Lluis López (4): Hasta el segundo tanto, era el mejor defensor del Zaragoza. En esa acción, se equivocó dos veces y concedió un remate que el Mirandés vistió de sentencia. Blando. Irregular.
Fran Gámez (3´5): Ocupó el carril diestro y nunca le dio vuelo al equipo. Ha perdido profundidad, atrevimiento y peso en un esquema en el que debería ser esencial. Brugué y Rodrigo Riquelme le ganaron algunos de los duelos más importantes.
Enrique Clemente (3´5): Su partido fue una pequeña tragedia. Su primera oportunidad puede ser la penúltima, entre otras cosas porque JIM nunca le ha considerado para el juego ni el club para la renovación. Y en ese contexto, es más difícil que se parezca a sí mismo. Llegó tarde a la marca de Marqués en el primer gol. Su cara al ser sustituido, al borde del llanto, muestra la dura situación que está viviendo.
Íñigo Eguaras (3): Se daba el contexto perfecto para que el de Anduva fuera su partido. Pero Eguaras no suele estar cuando se le necesita, en las tardes de la verdad. Se descuidó en la salida del juego, perdió balones que nadie puede perder. Sin quererlo, fue un aliado más de su ex equipo.
Francho Serrano (5): Quizá aprobarle sea una concesión, en un partido que fue un suspenso general de todo el grupo. Las únicas opciones del Real Zaragoza en Anduva llegaron a través de él, cuando se acercó al área. En ellas se mostró blando, sin demasiado instinto.
Valentín Vada (1): JIM le concedía un lugar esencial en el sistema, una oportunidad perfecta. Pero el argentino estropeó por sí mismo su partido. Cuando el árbitro ya había señalado la falta de Capellini, le tiró una coz que fue una condena. Para él y para el grupo.
Juanjo Narváez (3´5): Su partido se juega a ras de suelo, en el peor sentido del término. Juega con una libertad que nunca entiende. Lo intenta, pero ya no puede. Intrascendente.
Álvaro Giménez (3´5): Se ofreció de pantalla, pero nunca apareció en el área. Con demasiados metros para recorrer, nunca es una amenaza. Anderson Arroyo le anuló y le ganó todos los pulsos.
Cambios del Real Zaragoza
Zapater (4): Salió cuando todo empezaba a estar perdido. Apagó incendios, dio todo lo que tiene, pero eso ha dejado de ser suficiente.
Borja Sainz (4): JIM volvió a dejarle fuera del once y Sainz ofreció su lado más irascible cuando pisó el césped. No dribló y se peleó con todos los que salieron a defenderle. Y su fútbol se nubló siempre.
Iván Azón (4): Se conforma con poco, con forzar faltas y quedarse a varios pasos de cambiar su suerte. Resbaló o se dejó el balón atrás en sus mejores intentos.
Sergio Bermejo (3´5): Nunca es su momento. Estuvo blando en la marca de Hassan, en el germen del segundo tanto. No está para atacar ni hay muchos argumentos para defenderle.
Adrián González (SC): Su técnico le reservó de nuevo para los peores momentos. Cuando salió al campo, ya no había nada en juego.
Entrenador
Juan Ignacio Martínez (2): De miranda. Eligió un sistema conservador y el Zaragoza nunca supo defenderse. Retrasó los cambios hasta desesperar al millar de aficionados que viajaron a Anduva. Su equipo no encontró respuesta ni él réplica desde la estrategia, donde siempre fue dos pasos por detrás de Lolo Escobar. El fútbol diseña una verdad y él predica otra ante los medios. La lucha del Zaragoza en 2022, por mucho que el técnico diga lo contrario, parece similar a la de 2021.
Su equipo empezó a perder el partido al escuchar los rumores sobre un brote que no afectó al Mirandés y que hizo que el Zaragoza pareciera un enfermo. El año nuevo no cambia la imagen del grupo, sin importar si el rival es poderoso o un equipo corriente. En Anduva, su Zaragoza no fue nada de nada.