ZARAGOZA | El Real Zaragoza logró empatar en el descuento un partido que fue indigno el resto del tiempo. La superioridad numérica nunca se trasladó al fútbol, con un equipo hundido, triste, que está en el centro de todos los problemas. No solo por la clasificación, sino por las imágenes que despierta. Su milagro en los últimos minutos no oculta lo que ahora mismo parece: el equipo más frágil de toda la categoría. Sin brotes ni signos de esperanza, con más miedo que alma. Plantó dos goles que no pueden explicarse y que costará repetir, después de 90 minutos imposibles de defender.
Las notas del Real Zaragoza
Joan Femenías (3): Un día más en su oficina. Sin ser directamente responsable de ninguno de los goles, nunca se recuerdan aciertos en sus partidos. En una acción en la que Rebbach desbordó a media defensa, Femenías fue invisible y no ofreció ninguna resistencia. En el segundo gol, sucedió más de lo mismo.
Iván Calero (1): Negado, atraviesa un bloqueo sin precedentes. Ha bajado la cabeza y no hay rebeldía en su juego, solo centros desde muy lejos, todos dirigidos a ninguna parte. Ramírez decidió que el extremo del filial era mejor opción que su continuidad en el partido. Ese es el nivel. De los dos.
Kervin Arriaga (2): Alejado del medio, parece peor futbolista. El técnico le sitúa en un lugar en el que su poder en los duelos se difumina. A cambio en la zona central le falta rigor táctico, inteligencia defensiva. Contagiado también por el rumbo del equipo, ya no es aire fresco. Es uno más.
Jair Amador (4): Salió de zona y perdió las referencias. Si sufrió a campo abierto, respondió mejor en la defensa del área. En su zona. No se puede decir que fue el mejor, pero sí que estuvo entre los menos malos.
Dani Tasende (2): Vulnerable en defensa y poco activo en ataque. Es uno más en un pelotón de decepciones. En el segundo gol, Boyé le desbordó con una facilidad insultante. Es otro. Y mucho menos de lo que parecía. De lo que se esperaba.
Keidi Bare (2): Torpe, impreciso y poco implicado. Algunos de sus retornos en la segunda mitad demuestran que a veces no solo no está, sino que no pone todo de su parte.
Francho Serrano (5): El brazalete le sienta bien, también en días difíciles como el de Los Cármenes, en empates que no cambian nada. Ni siquiera por su rendimiento específico, sino porque da la sensación de que es uno de los pocos jugadores a los que le duelen los ridículos.
Adrián Liso (2): Hace tiempo que el fútbol le agobia, que no se encuentra. Ha perdido regate, alegría y la valentía que le hacía diferente. Tampoco ayuda al lateral en sus regresos, más por despiste que por compromiso. Puestos a profundizar sus errores, hay una conclusión pendiente: siempre que tiene que elegir, elige mal.
Adu Ares (3): No dejó huellas en campo contrario y sus únicos registros positivos en el partido fueron defensivos. Y eso dice mucho del momento que vive el Real Zaragoza. También del nivel ofrecido por el extremo.
Mario Soberón (4): Se le ve lento, pesado, muy pendiente todavía de sus fibras. Ante la falta de explosividad, quiso refugiarse en un lugar que nunca ha sido suyo, en una posición que no le pertenece. Solo tuvo un contacto en el área y sirvió para demostrar que ha perdido toda la frescura entre tanta lesión.
Samed Bazdar (2): Errático, irreconocible, sin chispa, ángel ni acierto. Es otro. Y es infinitamente peor del que fue antes de lesionarse.
Cambios del Real Zaragoza:
Pau Sans (8): En un equipo triste y en plena depresión, Sans ofrece rebeldía, intención y atrevimiento. Fue el único que quiso el empate en serio. Nada le detiene. Tampoco su entrenador. En un partido que parecía perdido, Sans cambió la escena con su atrevimiento. Y, con o sin actas, firmó el gol del empate.
Alberto Marí (8): El partido le rescata para la causa y le sitúa en el mejor lugar de la temporada. Marcó el gol de la esperanza y también estuvo en la foto del segundo. Héroe por un día.
Marcos Cuenca (5): Lo intentó, en un puesto que nunca será suyo. Sin ayuda de su entrenador, le puso toda la voluntad que tenía.
Ager Aketxe (4): El encuentro no estaba para nadie. Y él tampoco se implicó especialmente en la búsqueda del empate. No acertó en una falta desde la frontal, pero encontró a Marí en el gol de la esperanza.
Entrenador:
Miguel Ángel Ramírez (1): Desnortado, ha perdido el rumbo y el fútbol le señala de nuevo. Un partido más trazó el camino de su cese, con un equipo que se desarma al menor golpe, sin encaje ni espíritu competitivo. Nunca pareció que su Zaragoza jugara con un futbolista más sobre Los Cármenes. Nadie está a la altura. Tampoco él.
Los cambios no le dejaron en buen lugar. Demostraron que no conoce bien a todos sus jugadores y que es un crimen situar a Pau Sans como suplente. El canterano fue el autor intelectual del empate, el mejor argumento de un equipo en plena depresión. A estas alturas se mantiene una idea anterior: al margen del milagro en el descuento, Ramírez ha empeorado al Real Zaragoza. Y sus árboles nunca han hecho un bosque.