El Real Zaragoza cede las tablas en un partido que debió ganar dos veces. En la primera, se adelantó a balón parado. En la segunda, encontró un oasis a la carrera, en el centro de un desierto. Lo consiguió con la hora rebasada, cuando su mano parecía ya ganadora. Dos minutos más tarde, reculó, concedió la única oportunidad que restaba y el Burgos empató. Las tablas fueron una condena, una maldición para un equipo hecho un flan en los momentos de la verdad. Con todo a favor, volvió a dejar escapar dos puntos de oro. El empate vuelve a ser otra pequeña tragedia.
Álvaro Ratón (4): No es un portero plagado de errores, pero tampoco deja en la memoria grandes paradas. Sin ser responsable de los goles, siempre queda la impresión de que puede hacer algo más. Situarle en la portería ahora mismo es un problema.
Fran Gámez (6): Fue definitivo en la acción del segundo gol. Ganó la línea de fondo y encontró el pase de la muerte. Mientras Vada estaba preparado para fusilar, Miguel Atienza se marcó el tanto en propia puerta.
Lluís López (3´5): Su condición de titular indiscutible no tiene mucho que ver con su rendimiento. El central catalán no se adueña nunca de los balones divididos, le falta contundencia y un punto de velocidad a todas sus jugadas.
Jair Amador (6): Había rondado el gol en muchas ocasiones a lo largo de la temporada y en El Plantío lo encontró a pase de Sergio Bermejo. Mostró su poder en el aire, pero sufrió en el tramo final a ras de suelo. Le faltó contundencia en sus despejes y se quedó enganchado en el tanto del empate.
Gabriel Fuentes (3´5): Poco disciplinado, irregular y siempre fotografiado en los goles. En el tanto definitivo, le costó un mundo reducir los espacios y fue cómplice de la desgracia. Futbolista de relleno.
Jaume Grau (3´5): En El Plantío vimos su versión más gris. Lento, errático, no mejoró casi nunca la jugada. Ha dejado de ser el líder que el Zaragoza necesita.
Alberto Zapater (5´5): Ahora mismo es una pieza esencial para el equipo. Y ese dato habla del compromiso del capitán, pero también de los defectos en la planificación del equipo. Jugó un partido serio, solidario y funcional.
Gaizka Larrazabal (3´5): Ni regatea ni lo intenta. Sus mejores opciones llegan siempre a trompicones. A veces parece que el resbalón sea el mejor de sus regates.
Sergio Bermejo (6): Sus apariciones mejoran siempre la jugada y fue capaz de activar el cabezazo ganador de Jair Amador con su zurda. Se le ve más cómodo en la zona del enganche y pierde fuelle a banda natural.
Víctor Mollejo (5): Tuvo opciones muy claras en la zona del peligro. Asistido por Giuliano Simeone, falló un gol que no se puede desperdiciar. El contexto que ha creado Escribá le beneficia, pero resuelve con prisa todas las acciones y los partidos se le hacen largos.
Giuliano Simeone (6): Fabricó algunas de las mejores opciones del Real Zaragoza. Estuvo agresivo en las disputas y robó carteras en la salida del juego. Entre ellas, estuvo también el primer gol. Antes, había sido generoso y buscó a Mollejo en el área, pero mandó a la grada su mejor oportunidad del partido.
Cambios del Real Zaragoza
Radosav Petrovic (2): Tras un partido discreto, sin aportar nada reseñable en el juego, acabó expulsado por hablar demasiado. Mal partido, peor compañero.
Valentín Vada (5): Discreto en el encuentro y con intención en las disputas. Esperó el remate pero Atienza le adelantó para marcar un gol que llevaba su nombre.
Miguel Puche (4): Ha perdido la luz de su aparición, la impresión de que podía cambiar todo lo que tocaba.
Francho Serrano (6´5): El Plantío le sienta bien. En la jugada del segundo gol fue capaz de recorrer metros y de proyectar el ataque, como hizo en ese mismo escenario el curso pasado. Le sacó mucho partido al poco tiempo que Escribá le concedió.
Entrenador:
Fran Escribá (5): Su primer partido de sanción acabó con un guión conocido. En sus decisiones no hay disparates y sí mucha sensatez pero preocupa que no haya corregido la fragilidad mental del grupo. El Zaragoza dejó escapar un triunfo que ya estaba en su bolsillo. Ganó muchas batallas en el juego y fue capaz de marcarle dos goles al equipo más sólido de la categoría, pero la victoria se le escapó entre los dedos. Fue blando en el área e incapaz en la defensa de su ventaja. Tembló, titubeó y se quedó con el molde de los tres puntos. En lugar de lograr un triunfo reparador, su equipo fue empate y miedo.