Desde noviembre el equipo no termina de despertar y el nerviosismo ha llegado a todos los estamentos. El relevo del entrenador no sólo no ha acarreado reacción, sino que los números han ido a peor y por ende el Huesca ha caído al descanso. Las excusas de no ser inferior a los rivales o de falta de puntería empiezan a ser reiterativas y para la galería. Pero dentro del vestuario sí son conscientes de todo.
Preocupa el no saber dejar la puerta a cero. No hay forma. Por fin el otro día Anquela salió en Mendizorroza con defensa de cuatro, pero con jugadores fuera de posición. Morillas de extremo no rinde, no tiene opción de sorprender. Y en el gol no se cerró bien a Barreiro, delantero pretendido por los azulgranas (cosas del destino), marcando a placer libre de marca.
Los movimientos de plantilla hasta el momento han dejado mucha sorpresa en el vestuario. Alguna salida no se ha entendido y más cuando la explicación filtrada habla de desencuentros personales con la cúpula, más que por asuntos deportivos (que también). Llega Arruabarrena para dar gol justo cuando Anquela reconoce de forma altiva que ése no es el problema. ¿Qué más es necesario antes del cierre del mercado? Yo pido calma.
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