ZARAGOZA | El Real Zaragoza ha perdido pie en las últimas tres jornadas, con dos derrotas consecutivas y los mismos partidos sin marcar. En esa cadencia, ha perdido su liderato en solitario, aunque siga pareciendo un rival a batir en la categoría. Su bache de resultados se explica a través de una dolorosa suma de razones.
-El poder de las áreas. El Zaragoza firmó un inicio que nadie se atrevió a imaginar y los cinco primeros triunfos se explicaron en las áreas. Allí fue un equipo dominador, blindado en la propia y eficaz en la contraria. Sus ocho goleadores distintos explican el amplio abanico de la plantilla, confeccionada en el verano con ese objetivo concreto. Cordero construyó un equipo que tuviera múltiples jugadores capaces de marcar.
El apagón que acaba de llegar se entiende mejor a través de un detalle: de los tres nueves puros que hay en el equipo, solo Azón ha logrado marcar. La segunda línea, quizá el mejor secreto del grupo, también ha perdido remate y protagonismo en los últimos partidos.
En el área propia, el Zaragoza tampoco ha mostrado la misma fiabilidad. Los tres goles encajados se basan en errores individuales y colectivos. Sin la solidez defensiva que distingue a este equipo, los goles que no llegan son una condena.
-Escribá y la insistencia con el sistema.
El técnico ha decidido que su modelo sea inamovible, incluso cuando no tiene los mejores intérpretes de ese plan. La lesión de Francho Serrano lo condiciona todo y sin su mejor cambiapieles, el dibujo base pierde sentido. No hay factor sorpresa ni un cambio de ritmo en el fútbol posicional. El juego le pide a gritos una modificación, con la inclusión de un tercer centrocampista. De momento, el técnico desoye esas voces y se ciñe a su modelo, como si allí pudiera encontrar todas las respuestas. Como consecuencia, no crea el mejor contexto para las piezas más estratégicas: Marc Aguado y Maikel Mesa entre ellas. El canterano nunca debería faltar y en los últimos partidos ha perdido su sitio sin un motivo claro. Mesa, por su parte, ha dejado menos huellas en el área.
Además del rendimiento de algunos futbolistas, Escribá debe actualizar su sistema.
-Detalles y suerte.
El Zaragoza controló los detalles que deciden los partidos en el inicio. Supo sufrir, pegó en los momentos adecuados y alcanzó el control emocional de los primeros encuentros. Cuando el resultado estuvo en el alambre, tuvo golpes de suerte a su favor. No sucedió así en Ferrol, cuando Carlos Vicente ganó la banda para el remate de Álvaro Giménez. Tampoco frente al Mirandés, que esperó hasta que su único zarpazo fuera definitivo.
Ahora, una pequeña barrera se levanta ante las mejores ocasiones del Zaragoza. Frente al Mirandés fue especialmente visible, con Iván Azón en el lugar de los ejemplos. El Zaragoza ya no sabe convocar a la suerte y debe cuidar todos los matices. Solo así podrá recuperar su estrella.
-Lesiones sensibles.
Escribá ha perdido a dos de los futbolistas más específicos de su plantilla. Francho Serrano puede hacer de muchos jugadores, pero nadie puede hacer de él. Sin sus kilómetros y su capacidad para desordenar los partidos, el Zaragoza se ha vuelto previsible. También falta un punto de agresividad sin balón y la recuperación que Serrano le añade a su fútbol.
En el perfil izquierdo la ausencia de Carlos Nieto ha mostrado las debilidades de la plantilla. Trabajador ejemplar, Nieto había alcanzado el mejor punto de forma de su carrera. Su lesión en Cartagena, que le dejará mucho tiempo fuera del césped, fue una pequeña tragedia.
Escribá medita sus relevos. Borge ha cumplido como marcador, pero nunca será un lateral ofensivo. Lecoeuche sí lo es, pero necesita mayor regularidad para dejar atrás sus problemas físicos.
-Rendimiento menor de los jugadores.
Algunos de los jugadores que lideraron el inicio de temporada han perdido importancia en los partidos. Maikel Mesa o Toni Moya aparecen en ese lugar de la escena. Más preocupante parece el caso de los futbolistas que nunca han ofrecido el nivel esperado en el curso. Sinan Bakis, Sergio Bermejo o Manu Vallejo están entre ese grupo de señalados.
Bakis vive pendiente de los goles que no marca, Bermejo ha llegado tarde al curso y a Vallejo se le ve falto de chispa e implicación. Suplentes como Víctor Mollejo o Sergi Enrich han llegado con demasiadas revoluciones a los partidos.
A cambio, el Zaragoza ha descubierto el regate de Germán Valera y el buen tono de Jaume Grau. Pero en su mejor momento individual, el colectivo no les acompaña.
Los resultados no sonríen ahora a un equipo que supo vivir de ellos, que ha perdido en este tramo un punto de fe en sus posibilidades.