ZARAGOZA | El Real Zaragoza empató en el campo del líder en un partido fue muchos en uno solo. La matrioska de Ipurúa acabó en tablas y parece que ha pasado un mundo desde aquello. Si las opciones clasificatorias cada vez son más remotas, los 5 partidos que restan tienen un valor práctico y otro subjetivo. En primer lugar, el puesto proporciona una bonificación económica que el Zaragoza no puede descartar. En el plano más abstracto, los partidos pueden servir para proyectar un equipo mejor del que se ha visto hasta ahora.
Fran Escribá ha encontrado la identidad del equipo en la recta final del curso, cuando las lesiones no han dinamitado sus planes. Iván Azón siempre pareció demasiado generoso para ser un delantero puro. El secreto de su juego no reside estrictamente en lo que puede hacer él, sino en lo que hace para el resto. A partir de esa pieza que faltaba, el Zaragoza se ha parecido al equipo que quiso ser desde el principio. Giuliano Simeone disfruta al galope, mientras Bermejo parece inspirado en el juego y el regate. Con Bebé nadie contaba en verano, pero ha sido el secreto mejor guardado en el invierno. En ese plan colectivo, el equipo de Escribá ha logrado 9 partidos sin derrota, con triunfos y tablas de prestigio. Pero pervive la poderosa sensación de que la reacción ha llegado tarde.
En los próximos meses, el Zaragoza planea una reestructuración masiva de su plantilla. Cordero se mueve ya y busca soluciones en el mercado, mientras algunos de los rumores (que alejan a Francés de La Romareda) parecen ir en contra de la opinión popular. Cristian Álvarez tendrá competencia y se estima que en el verano habrá media docena de movimientos. Los últimos partidos serán oportunidades para secundarios en un contexto diferente y se espera que la recta final les dé alas o adioses a algunos jugadores. La afición quiere imaginarse desde ya al Zaragoza que viene. El epílogo de la temporada puede servir también como tráiler.