Juanjo Narváez ha alcanzado 50 partidos con el Real Zaragoza sin fallo. Durante la semana mostró su felicidad por lograr esa cifra y cree que vencer al Huesca supondría un punto de inflexión necesario. Llegó a su récord personal en unos días complejos para él, en su segundo partido con molestias en la zona lumbar. Sigue siendo duda para el once, a pesar de que Juan Ignacio Martínez le ve en condiciones para la cita.
Más allá de los interrogantes y de los entrenamientos que no ha podido completar, La Romareda le espera en la gran fiesta del fútbol aragonés.
Semana entre algodones
Hay un punto anunciado en todas las molestias del delantero, que no se ha perdido un duelo y solo ha sido tres veces suplente en Zaragoza. Ha jugado infiltrado en alguna ocasión y ha amagado con la lesión muchas más veces de las que finalmente se ha lesionado. No parece fruto de la casualidad, sino de una forma particular de entender los partidos. Narváez necesita muchas veces la referencia del rival para progresar en la jugada; recibe a menudo de espaldas y, en esa condición, es un blanco sencillo para las patadas. Eso explica también que sea uno de los jugadores de la categoría que más faltas reciben, con 31 infracciones, a una media de 3´8 por partido.
Juanjo Narváez es casi siempre el punto final de las mejores opciones del Zaragoza. Con la mira desviada hasta el momento, solo ha anotado un tanto en toda la temporada. El promedio es casi desolador: un gol cada 603 minutos. Pero no son los únicos números reseñables de Narváez. Interviene 41 veces por partido, acierta en el 85% de sus pases y gana el 72% de los duelos en los que participa. Acumula 24 disparos, 3 por encuentro, con un 50% de efectividad entre los palos. Llegó a sumar 16 partidos sin marcar entre los últimos partidos de la pasada campaña y los primeros de esta. Casi 1300 minutos de juego sin suerte, hasta que logró estrenarse ante el Sanse.
Narváez como ejemplo
Narváez sigue siendo el perfecto reflejo de un Zaragoza que ha probado en 113 ocasiones la portería rival, para marcar solo 5 tantos. Ninguno de ellos fue fruto de una cadencia de pases o de un patrón predeterminado, más bien de una cualidad que también define al colombiano: la insistencia. Dos llegaron de penalti, otro tras una jugada de estrategia que Zapater improvisó para Eguaras; Vada marcó tras un regalo de Belvís y el propio Narváez aprovechó un desvío de Arambarri para batir a Ayesa en La Romareda.
En ese último elemento reside uno de las claves para levantar el gafe: Narváez es el único jugador del Zaragoza que sabe ya lo que es marcar en El Municipal. También es un futbolista peculiar, sin una demarcación fija, que tiene una forma especial de concebir el juego y su profesión. Nunca ha ocultado su intención de ser un futbolista de Primera y afronta el primer gran partido del curso con la voluntad de demostrarlo.
No se intuye el principio de una racha feliz del colombiano, pero sí hay un detalle clave que explica su juego: siempre que tenga la ocasión, Narváez volverá a intentarlo. 50 veces si fuera necesario.