90 años cumple el Real Zaragoza. 9 décadas de títulos, de partidos de leyenda y noches inolvidables en las que el club del león ha jugado sus partidos en dos sedes: el Estadio de Torrero y el Estadio Municipal de La Romareda. En Torrero se gestó el equipo de Los Alifantes y en La Romareda deslumbraron Los Magníficos, Los Zaraguayos, el equipo de los 80 con Leo Beenhakker, los héroes de París y los de las Copas de los 2000. Ahora, el ocaso del club va unido al deterioro de una vetusta Romareda que solo tiene dos salidas posibles: una remodelación o una despedida.
Estadio de Torrero
En Torrero se erigió el primer estadio que usó el Real Zaragoza como local. Fue nueve años antes de la aparición del equipo blanquillo. El entonces dominador del fútbol aragonés, el Iberia Sport Club, empezaba a necesitar un recinto donde congregar al creciente público que seguía sus andanzas. Por medio de su presidente, Luis Gayarre, adquirió unos terrenos en el Monte de los Olivos, donde entre el 1922 y el 23 se construyó el Estadio de Torrero.
Su inauguración tuvo lugar el 7 de Octubre de 1923, ante Osasuna, que se alzó con el triunfo por uno a cuatro. Curiosamente el mismo rival contra el que se jugó el partido inaugural de La Romareda. El estadio de Torrero varió en diferentes épocas su capacidad, que podía albergar 8.000 espectadores, 15.000 tras la ampliación de una grada y llegó a los 20.000 espectadores entre los años 40 y 50.
Entre las peculiaridades de este estadio está la financiación, costeada por todos los socios y directivos del Iberia. El campo empezó siendo de tierra y en 1925 se cambió al césped, lo que supuso una novedad para la época. El Estadio de Torrero acogió un partido de la Selección Española, que goleó a Francia por 8-1, con el presidente de la FIFA, Jules Rimet, en el palco de la capital aragonesa. También albergó una final del Campeonato de España, en 1927, entre el Arenas de Getxo y el Real Unión de Irún, que vencieron los irundarras por 1-0.
La rivalidad y posterior fusión entre dos clubes en el germen del nacimiento del Real Zaragoza
Tras la fusión que dio origen, en 1932, a la fundación del Real Zaragoza, el club dio los primeros pasos de su nonagenaria historia en el césped de Torrero. Hasta entonces, y desde su inauguración en 1923, había sido la sede del Iberia Sport Club, equipo que absorbió el Zaragoza CD. Por ello se le conoció como ‘La Catedral Gualdinegra’ durante aquellos nueve años en los que las camisetas avispas dominaron el fútbol regional.
El Iberia no tenía rival en los primeros años en los que el fútbol, como deporte y en su valor asociativo, comenzaba a asentarse en Zaragoza, con la proliferación de varios clubes. Ya en la década de los 20 y tras varias fusiones y absorciones que dejaron por el camino a equipos como Real Sociedad Atlética Stadium, Zaragoza Foot-ball Club o C.D. Fuenclara, apareció el Real Zaragoza CD, que tomó varios símbolos de los anteriores equipos como el título de ‘Real’ o la camiseta tomate.
El Iberia se impuso rápido en la ciudad gracias a una estructura moderna y no elitista que se ganó el apoyo popular. Acumuló varios títulos de Campeón Regional seguidos hasta que, en la 21/22, hace cien años, cedió el primero ante la SD Universitaria. Lo revalidó al año siguiente, pero le batió la Real Sociedad Atlética Stadium. En la segunda mitad de la década dominó el fútbol aragonés y venció cinco seguidos, del 26 al 30. Estuvo además, a punto de ascender a Primera División, en el fútbol profesionalizado que empezaba a crecer en España. En una promoción, primero, y en una segunda categoría nacional, al año siguiente, en la que tuvo cerca quedar entre los dos primeros para conseguir el ascenso al primer nivel.
Ya a principios de los años 30, con varios clubes de Zaragoza, entre ellos el Iberia y el Zaragoza CD, sumidos en crisis económicas, y no sin ciertas reticencias se llegó a la fusión y nacimiento de un nuevo club. Con la ficha federativa del Iberia y al amparo de la Federación Aragonesa, el nuevo equipo de la ciudad vestiría camisa blanca y pantalón azul celeste, los colores federativos y neutrales, dejando atrás las gualdinegras y tomates. Los Avispas del Iberia Sport Club y los tomates del Zaragoza CD, que habían protagonizado una competencia en los años 20, unieron sus caminos con el nacimiento de un nuevo club: el Zaragoza F.C.
En los 25 años que el Zaragoza jugó en el Estadio de Torrero, un nombre sobresale por encima del resto: Los Alifantes. Aquel grupo de jugadores, cuyo apodo obedece a la altura de algunos de sus defensores (confundidos con elefantes por algún espectador con tendencia a la hipérbole), alcanzó la primera división. Aunque la eclosión de aquella primera gran generación del club coincidió con el estallido de la Guerra Civil. Después, en los años 40, llegaron a clasificar séptimos en un campeonato de 12 equipos, que por aquel entonces era el máximo nivel del fútbol español.
El fútbol siguió evolucionando y creciendo en profesionalismo a la par que el país se abría a una cierta modernidad en vísperas de los años 60. El Estadio de Torrero se queda pequeño, pese a las ampliaciones, que alcanzan hasta las 20.000 localidades. Se empieza a contemplar la posibilidad de un traslado y el Real Zaragoza se despide del estadio cuyo césped pisaron jugadores emblemáticos como Di Stéfano, Kubala, Puskas, Kocksis, Zarra o Kopa.
Estadio de La Romareda
El traslado de campo coincidió con la mejor época del Real Zaragoza. El nuevo y moderno estadio de La Romareda acogió en sus inicios el mejor fútbol que se recuerda en la ciudad: el de Los Magníficos. Por el verde del Municipal deleitaron con su clase y sentido colectivo del juego Lapetra, Marcelino, Villa, Santos, Canario, Reija, Santamaría o Violeta.
Aunque algunos de los partidos más memorables de aquel equipo tuvieron lugar lejos de casa (contra el Benfica, en Elland Road ante el Leeds o la final de Copa ante el Athletic), La Romareda disfrutó de los mejores años de un conjunto que maravillaba como local y doblegó a los mejores en su estadio.
Antes de su construcción, el Zaragoza hubo de prever la financiación del nuevo estadio. Compró el de Torrero para posteriormente revenderlo y así saneó su deuda. El nuevo campo se había proyectado en un principio en la zona de Miraflores, pero el arquitecto recomendó buscar un nuevo emplazamiento. También con el nombre hubo cierto revuelo, pues iba a llamarse ‘Estadio de Miralbueno’ pero finalmente el alcalde Luis Gómez Laguna optó por el nombre actual. Detalles que rápidamente se diluyeron ante la emoción de estrenar un nuevo tempo del zaragocismo. El 8 de septiembre de 1957 se inauguró el nuevo estadio de Zaragoza, con un partido amistoso frente a Osasuna que los blanquillos ganaron por 4 a 3.
Los Magníficos regalaron a la afición zaragozana los mejores años de nivel futbolístico y situaron al Zaragoza entre los mejores de España y como un club reconocido en Europa. La primera década de La Romareda coincide en el tiempo con la gestación y el culmen de aquella generación irrepetible de talentos.
Durante cuatro años consecutivos disputaron la final de Copa del Generalísimo. Y vencieron dos, ante Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao. Como también alzaron un título de Copa de Ferias, ante el Valencia. Juntos escribieron las mejores páginas de la historia zaragocista y deslumbraron con su fútbol alegre y elegante. Firmaron gestas como el partido ante el Benfica de Eusebio o aquel mítico en Leeds, donde el público reclamó a los jugadores que volvieran a salir al estadio para ovacionarles por el gran partido que habían hecho los blanquillos.
De Los Magníficos a Los Zaraguayos
Con la espina clavada de no haber podido lograr un título de Liga, el recuerdo de aquel equipo de Los Magníficos permaneció como una leyenda en el imaginario colectivo aragonés. Un jugador, emblema del fútbol aragonés, como José Luis Violeta, hizo de nexo entre ambas generaciones de grandes equipos y participó también de Los Zaraguayos.
Fue en La Romareda, en Enero del 1974, cuando aquel equipo empecó a cosechar su apodo. Tras un festival goleador que finalizó 5-1 frente al Racing, la crónica de AS mencionaba que “algunos aficionados ya comienzan a llamar al bando aragonés el Real Zaraguay. Tras el partido, una carta al director publicada en Heraldo de Aragón recogía por primera vez el apodo los Zaraguayos, que no tardaría en extenderse, tal y como cuenta el periodista, escritor y biógrafo del Real Zaragoza, Rafa Rojas, en su libro Zaraguayos, Reyes sin Corona.
Aquella generación de los Arrúa, Panas, Violeta, Diarte, García Castany, Ocampos o Manolo González bordó el fútbol entre 1972 y 1977 pero no tuvo la fortuna de levantar ningún título. Logró, eso sí, un subcampeonato de Liga, que todavía no se ha vuelto a conseguir, un tercer puesto, y perdieron una final de Copa frente al Atlético de Madrid, entrenado por Luis Aragonés. Además, devolvieron al Real Zaragoza a competiciones europeas.
Títulos, recuerdos y espectáculo
Veinte años trascurrieron sin conseguir ningún título para los maños. Hasta 1986, con la final de Copa del Rey en el Calderón que decidió el gol de Rubén Sosa para alegría de los blanquillos y decepción de los culés. A partir de entonces, otra Copa del Rey en el 93, la Recopa del 95 en París y los 2 títulos coperos, en 2001 y 2004, engrosan el palmarés del club y embellecen la sala de trofeos del Zaragoza. De todos aquellos equipos de leyenda disfrutó La Romareda durante el siglo XX y principios del XI.
Un estadio que ha albergado 3 finales de Copa del Rey, partidos del Mundial ’82 y de los JJOO ’92, la llegada de una etapa de La Vuelta (1960) y una docena de conciertos de grandes artistas nacionales e internacionales (Michael Jackson, Bruce Springsteen, Metallica, Tina Turner, Sting, Gloria Estefan, Maná).
Hay recuerdos imborrables y que forman parte, ya indisociable, de la historia de La Romareda y de los 90 años del Real Zaragoza. Momentos memorables, por citar algunos, como la ida de semifinales de la Recopa contra el Chelsea o la anterior de cuartos ante el Feyenoord. Las visitas al Municipal de los astros del fútbol como Maradona, Pelé o Cruyff. Capítulos anecdóticos muy recordados como el ‘Rafa, no me jodas’ y goleadas aplastantes como el 6-3 al Dream Team o el 6-1 en Copa al Real Madrid.
Momentos de leyenda que encajan en esta frase de Víctor Fernández: “el que quiera ver espectáculo, que venga a La Romareda”.
* Este reportaje se ha documentado, en parte, con las obras de Rafael Rojas Serrano: Magníficos, La Edad de Oro del Real Zaragoza y Zaraguayos, Reyes sin Corona
* Reportaje gráfico gracias al archivo personal de Juanjo García Oliván