ZARAGOZA | La lesión de Carlos Nieto ha situado a Quentin Lecoeuche como una de las piezas más específicas de la plantilla. Sin más laterales puros en el perfil izquierdo, el francés sigue prometiendo más de lo que cumple. La respuesta a ese reproche tiene un origen muy claro: nunca parece del todo recuperado de sus lesiones.
Lecoeuche ha mostrado en la última secuencia de partidos sus cualidades. Es veloz en pocos metros, su zancada se vuelve ágil y motorizada y su titularidad le da una profundidad especial al equipo. En la línea de fondo, descubre su mejor virtud, el valor que le hace distinto: el centro. Allí medita y cuida el servicio, casi siempre preciso, en busca del remate. En esa faceta, mejora a Carlos Nieto y a todos sus competidores. El gran problema que describe su temporada es que no se le encuentran grandes defectos, pero sí demasiados amagos de lesión.
Sus problemas parten de una pretemporada accidentada. No debutó hasta la quinta jornada y, tras la lesión de Nieto, le costó alcanzar continuidad en las siguientes. Escribá tuvo que improvisar en su banda, dónde ya ha descubierto que Andrés Borge es un comodín ideal para la zaga, un estupendo defensor.
Después de dos titularidades consecutivas de Lecoeuche, Escribá recurre a sus molestias para justificar sus sustituciones. Un signo se repite de manera habitual en las semanas: el lateral francés suele ausentarse de alguna sesión por dudas físicas. En el inicio de la competición, ha tenido al menos tres episodios que le han alejado del equipo: una fascitis plantar en pretemporada, molestias en el sóleo al inicio y una lesión isquiotibial que le tuvo lejos de la dinámica más habitual después.
El perfil del jugador, explosivo y eléctrico en la aceleración, puede estar detrás de algunos de los problemas musculares que arrastra el jugador. Quizá se haya sentido además en la obligación de cubrir uno de los puestos más sensibles del grupo, incluso sin estar en plenitud de condiciones. Sus números hasta el momento describen un régimen discontinúo: ha jugado 300 minutos, repartidos en 4 titularidades. En ese perfil del campo, se esconde una paradoja: Escribá ha tenido que sustituir a un jugador lesionado de gravedad con otro futbolista propenso a lesionarse.
Después de que ayer regresara a la dinámica de entrenamientos, se confía en que Lecoeuche alcance en las próximas semanas la regularidad que el grupo necesita de él. Su temporada admite hasta ahora una percepción general: da la sensación de que todavía no se ha visto todo lo que el francés le puede dar al equipo. Especialista en el centro, la banda izquierda descubre un nombre y un deseo.
11 jornadas después, el Zaragoza sigue a la espera de Quentin Lecoeuche.