“No me cansaré de pedir ayuda a nuestra gente”, ha recalcado Xisco Muñoz, entrenador del Huesca, en la rueda de prensa previa al partido de mañana contra el Lugo. Y lo ha dejado claro: “Que nos vamos a enganchar”. Tan claro que lo ha repetido cuatro veces de forma consecutiva y martilleado ese entrecomillado una vez más. Ha sido una rueda de prensa de plena confianza en su tropa. Está convencido de que el trabajo da resultados y que el equipo está en buena línea. De hecho, ha puesto el acento es que el actual Huesca “no tiene que ver nada con el equipo de hace tres meses”. También es cierto que las últimas incorporaciones le ayudan a defender esa posición.
Xisco sabe del potencial del Lugo. No es para menos. Cuando te visita un equipo que lleva doce jornadas sin conocer la derrota la derivada es que está muy bien trabajado, que sabe a qué juega. Ha subrayado el entrenador del Huesca el buen hacer de su homólogo en el banquillo rival y por esto, también ha reiterado que el partido no será fácil.
La referencia al Oviedo, a lo ocurrido en la pasada jornada en la visita al Tartiere y esa desconexión de su equipo que le hizo igualar el 3-0 asturiano, también ha protagonizado su comparecencia. Xisco se queda con la reacción, con el orgullo de no bajar los brazos. Por eso la catarata de adjetivos de elogio a su equipo ha sido una constante.
El técnico ha salido a la rueda de prensa con un mensaje claro de unidad, que ha sumado al de la valentía, a la necesidad de apretar desde el primer minuto. En relación a la unidad ha contado una anécdota de su niñez. Cuando tenía 9 años, su padre, mecánico de tractores, le pidió que levantará una rueda. Por lógica no pudo. Se lo dijo a su padre que le respondió que tenía que haber pedido ayuda. Y eso es lo que quiere Xisco para mañana en El Alcoraz: ayuda para doblegar a un buen Lugo.