No todos los días se cumplen 90 años. Un cumpleaños siempre es un momento para celebrar, para recordar y para disfrutar de lo que te queda por vivir. Mucho más cuando se trata de una institución que pese a que no pasa por su mejor momento, lleva varios años salvando situaciones que le acercan a la muerte. Y claro, lógicamente, si te retrotraes 20 años atrás da mucha pena ver a tu club en estas circunstancias. Pero hoy es el día para celebrar que podemos gritar alto y claro que el Real Zaragoza sigue vivo. Gracias a todos nosotros.
En sus 90 años, el conjunto aragonés ha vivido ascensos, descensos, permanencias y títulos europeos. Y siempre lo ha hecho acompañado de su gente. Un gen que ha ido pasando de generación en generación. Un virus que se contagia fácilmente. Una enfermedad incomprendida por una buena parte de la sociedad, pero que los enfermos no necesitan que nadie entienda. Una afición abonada al sufrimiento y a la desazón, pero también a la sapiencia de que vendrán tiempos mejores y que podrás decir orgullosamente que tú estuviste, de la mano de tu abuelo, de tu madre, de tu tío o de tu amigo intentando que ese sentimiento lo pudieran vivir tus hijos.
Gracias por tanto, yayo
A mí el sentimiento zaragocista me lo contagió mi abuelo. Uno de esos señores que desde su adolescencia hasta el día de hoy se ha mantenido fiel al club de su vida. Una de esas personas que conocen el sufrimiento que hay detrás de seguir a un equipo y que, pese a que ahora no vienen bien dadas, sigue al pie del cañón. Sin fallar un año. Lo hace por convicción, porque está seguro de que sus hijos y sus nietos deben seguir contagiando esta pasión a los que van a seguir formando el árbol genealógico que encabeza.
Siempre me cuenta cómo fueron mis primeras veces. Que yo era un niño muy movido y la única forma de sentarme era para ver al Real Zaragoza en La Romareda. Tribuna Preferencia. Fila 31. Asientos 1 y 2. Siempre me cuenta que aprendí a leer en el Heraldo que le llegaba cada día a casa. Con solo tres años, ir al Municipal era mi rutina cada dos fines de semana. Nos acompañaba mi abuela y en ocasiones, también venían mis tíos. Eso, el estar cada fin de semana pegado hombro con hombro con mi abuelo en La Romareda ha creado un vínculo del que jamás me voy a poder desprender. Me ha transmitido que se puede sentir por algo que no vive físicamente pero que sientes muy dentro.
No sé cuántas habrán sido las horas que hemos estado hablando de ese otro Real Zaragoza. Del antiguo, un recuerdo añejo que siempre le saca una sonrisa. “Aún me acuerdo de la alineación de los 5 magnífiicos: Cardoso, Cortizo, Pepín, Reija, Pais, Isasi, Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Qué jugador era Reija, el tapado por los otros cinco”. O cuando hablábamos de los zaraguayos. “Es el mejor fútbol que he visto en un campo de fútbol. Esa gente jugaba a otra cosa”. Son recuerdos que van a quedar en la historia del Real Zaragoza y que siempre van a permanecer en mi memoria.
Abuelo, tu Real Zaragoza va a volver
Yo lo tengo claro: no hay nada más bonito que sentir lo mismo que las personas que más quieres. Y gracias a Dios, la vida me ha permitido compartir una pasión con toda mi familia. De hecho, estoy infinitamente agradecido por que la vida haya cruzado al Real Zaragoza en mi camino. Porque no hay nada comparable. No hay nada que pueda igualar un sentimiento. He intentado miles de veces explicarlo. Pero un sentimiento nunca voy a poder describirlo igual que se siente. Nunca.
Ahora me toca a mí seguir el legado que él me ha dejado. Contagiar de esta locura al resto de familia que venga. Porque este sentimiento no puede morir. Y estoy seguro de que después de estos años aciagos, mi abuelo y todos los zaragocistas vamos a poder disfrutar del Real Zaragoza más grande. Por lo menos de un club a la altura de su historia, con memoria y con metas altas. Y de verdad, deseo que mi abuelo pueda volver a verlo. Por haberme entregado a una pasión de la que no te puedes quitar.
Zaragoza es Aragón y Aragón es Real Zaragoza. Es un sentimiento de una ciudad que no se puede eliminar. Está metido en la sangre de una gente que pelea por lo suyo. Es esto o la nada. No hay opción a una alternativa. Por eso, hay que seguir luchando por algo mejor que lo actual. Porque en su 90 aniversario, hay que echar la vista atrás para recordar los mejores momentos que ha podido vivir el club desde el 18 de marzo de 1932. Finales de Copa del Rey, dos títulos europeos, muchas noches sin dormir y mucho llanto. De alegría y de tristeza. Tenemos que pelear porque nuestros mayores puedan volver a sonreír, porque son los que más lo merecen.