ZARAGOZA | El Real Zaragoza establece las líneas maestras de su reconstrucción, con Adrián Liso como la mejor de las noticias. Su renovación hace feliz al zaragocismo, que descubrió en su zurda una esperanza. Le seguirán muchas novedades, pero pocas representan tanto ni tan bien los valores que aprecia la afición: el zaragocismo, el talento en ciernes y el sentido de pertenencia. El “te queremos, co” de sus padres se extiende a una afición que ha visto en Adrián Liso a uno de los suyos.
Una vez cerrada esa renovación, el Real Zaragoza prepara la siguiente, más compleja que ninguna otra. Alejandro Francés es un futbolista de otra categoría. Para retenerle en La Romareda, el club utilizará el mismo argumento que le ha servido hasta ahora: su zaragocismo. La ilusión por ser una parte esencial de un proyecto ganador, el sueño de un regreso. Ocurre que su situación contractual es ahora más compleja, con solo un año de vínculo, y que esos argumentos no fueron reales en los años anteriores. Por eso, el Zaragoza debe proponerle más cosas de las que ha hecho hasta ahora. Y sobre todo, no fallar en todo aquello que le proponga.
A Alejandro Francés le espera un verano largo, con los Juegos Olímpicos como telón de fondo. Su participación o su exclusión en la lista definitiva -hoy entró en la preselección- tendrá lecturas negativas para el Real Zaragoza. Acudir a París le situará en el radar de muchos equipos. No ir tendría un argumento nocivo: no acude porque juega en Segunda División y sus rivales en la posición tienen experiencia en las máximas categorías. Mientras su representante agita vías de interés, hay una tesis que juega a favor del Zaragoza: Alejandro Francés tendrá las llaves de su destino. Y siempre que tuvo que elegir, eligió al Zaragoza.
Si la renovación de Liso se celebra y el club se afana en extender el vínculo de Alejandro Francés, otras aparecen también en el horizonte. Los vínculos de Francho Serrano, Marc Aguado o Iván Azón terminan también en 2025 y todo lo que no fuera alargar su estancia en Zaragoza, sería visto como una tragedia para La Ciudad Deportiva. Mientras tanto, el club deshoja su margarita en otros ámbitos de la planificación deportiva. Las salidas están marcadas y se activan otros puntos de entrada. Edgar Badía parece una opción razonable para la portería. Su situación en el Elche, como tercer portero, facilita una segunda temporada en La Romareda. Sus reflejos, felinos en el momento de la verdad, convencieron al Real Zaragoza y a Juan Carlos Cordero, el mejor valedor de su llegada.
El director deportivo trabaja junto a Víctor Fernández y se suceden los nombres y las posibilidades. Desde Ager Aketxe, Carlos Clerc, Mario Soberón, Carlos Martín o Santiago Mouriño las cávalas se agrupan y se suceden, en una hoja de rota que es ya interminable.