ZARAGOZA | El Real Zaragoza le venció a la SD Huesca en un partido que fue muchos en uno solo. Ganó el equipo de Víctor Fernández por la vía heroica, llena de sufrimiento y tampoco exenta de polémica. Venció el Zaragoza gracias a los goles de Adrián Liso y Maikel Mesa, cuando peor se puso el partido. Resistió el bombardeo y la inferioridad, el ataque constante y le venció a las estadísticas. El Zaragoza logró remontar más de un año después y venció a domicilio de nuevo, en el campo en el que mejor se saborean las victorias. Maikel Mesa logró el tanto del triunfo y Adrián Liso dibujó la pista del empate, en una acción hecha a su medida. Cuando peor estaba el panorama, Liso mató al dragón del descenso.
Edgar Badía (7): Quizá pudo hacer más en el gol de Loureiro, pero se rehízo más tarde, con acciones que le definen. Fue chicle y el mejor candado del Real Zaragoza en los intentos de la SD Huesca. Voló para la foto y para mantener la ventaja.
Santiago Mouriño (3): El partido describió sus virtudes y también todos los márgenes de mejora. Ganó duelos, peleó siempre e incluso probó fortuna en el disparo. Jugó al límite y forzó la primera amarilla. En la segunda, comprometió al equipo y pecó de novato.
Alejandro Francés (7’5): Llegó veloz al momento de la verdad, puntual a los cruces más definitivos. Salvó al Zaragoza en sus peores momentos y fue el mejor guardián del triunfo.
Lluís López (7): Mostró jerarquía y liderazgo, galones en una final por la supervivencia. Desde hoy ya no extraña que en el grupo se le considere un capitán con todas las letras.
Quentin Lecoeuche (4): Como era de esperar, sufrió ante Gerard Valentín. Su pareja de baile le exigió y en determinados tramos, solo pudo mirar su estela. Su lesión en el descanso sirve como reflejo de la temporada.
Toni Moya (5): Le faltó un punto de personalidad para gobernar el partido, recursos en la dirección del juego. Ganó duelos y se sacrificó, pero sigue lejos de las promesas de verano.
Marc Aguado (6): Volvió a crecer a través del sacrificio y del compromiso defensivo. En esa fase del juego, mostró lectura e inteligencia táctica. No supo hacer de la posesión su mejor herramienta.
Fran Gámez (6’5): En un lugar que no es el suyo, avanzó, lo intentó y creció. Algunas de sus mejores tentativas acabaron a un dedo del gol. Convenció a Víctor.
Maikel Mesa (8): Su fútbol está hecho para las grandes citas. Lo mostró en El Alcoraz, cuando apenas había dicho ésta boca es mía. Sacó petróleo de un duelo intrascendente y marcó, suave, el tanto del triunfo. Resolvió la patata caliente con frialdad, en la versión más moderna de un estilo panenka.
Adrián Liso (8): El partido estaba para un valiente y Liso respondió con la mejor de sus aventuras. La juventud tiene pecados y también grandes virtudes. No fue al suelo y pensó, inconsciente, en portería. Encontró el fallo de Álvaro Fernández y Liso se fue de pesca y de celebración. La victoria no se entendió sin su arrebato y Liso mató al dragón y rompió la estadística.
Iván Azón (5): Su partido se explicó en batallas silenciosas, en faltas provocadas y en guerras que están fuera del foco. No marcó esta vez pero limpió la zona y permitió que otros progresaran.
Cambios del Real Zaragoza:
Akim Zedadka (6’5): No logró impedir alguno de los centros, pero mostró rigor donde siempre hubo anarquía. En un contexto complejo y duro de partido, vimos la versión más seria de Zedadka.
Jaume Grau (4’5): Su cambio significó un paso atrás y mostró la intención del grupo. Sin hacer un mal partido, sí que le faltó un punto de tensión en todas sus disputas.
Germán Valera (5’5): Mostró sacrificio y ayudó al equipo, hasta provocar la expulsión de Óscar Sielva.
Jair Amador (SC): Salió en el tramo final y cumplió con su labor. Ayudó a conservar la ventaja y defender el área.
Entrenador del Real Zaragoza:
Víctor Fernández (5): Su equipo ganó sin llegar a ser suyo. Pero venció y eso es lo que importa. No acertó en su idea, se traicionó a sí mismo y revivió en una acción individual, una batalla personal escrita por Liso. Sin grandes huellas de su idea, ha logrado que su equipo tenga capacidad de respuesta. El triunfo fue un alivio y sirvió para derribar techos de cristal. También para que la corona de Aragón fuera zaragozana y alejar al dragón del descenso.
Sí, Liso ejecutó un golpe maestro dirigiendo la pelota hacia la portería del Huesca. Gran disparo que pasará a los anales de la historia por imparable.