ZARAGOZA | El padre de Adrián Liso siempre quiso que su hijo compartiera con él su pasión por la pesca. Adrián, como buen hijo, le hizo caso, y no como en la película con el mismo título donde Macauley Culkin y Elijah Wood, es decir, el niño de Sólo en casa y Frodo de El señor de los anillos, se debatían entre el bien y el mal, el cielo y el infierno, como nuestro Real Zaragoza en esta última década.
Pero como en todo buen hijo, las contradicciones a veces saltan sin darte cuenta. Y es que Adrián Liso, aunque se mueva como pez en el agua sobre el campo, valga esta primera y tremenda contradicción como primer ejemplo, lo que ha demostrado es que es un filete “bastante hecho” para su edad y sin “nervios”. Carne madurada, por cierto, ahora muy de moda en los restaurantes de alta alcurnia. La inteligencia y la valentía son características y cualidades necesarias para que la inmadurez lógica de la edad quede en el olvido y pase al primer plano un oficio, evidentemente mejorable, mostrado donde hay que hacerlo, el terreno de juego.
Pero Liso si ha tirado la puerta abajo es por fiel a sus orígenes. De tal palo tal astilla. Aunque los bosques sólo se mojen cuando la lluvia los baña. Y es que Adrián sabe que “ a río revuelto, ganancia de pescadores”. Y en el Zaragoza de este año, no es que haya habido fuerte marejada, es que el diluvio universal ha pasado hasta que Víctor “Noé” Fernández ha podido enderezar un poco el arca zaragocista. Liso sabía que era el momento de agradecer a su padre lo que le había enseñado. Coger la caña y apartar con ella a unos compañeros de posición en el campo que se ahogaban al entrar en la orilla del mar. El que es incapaz de nadar hacia delante desde ese lugar no se le puede llamar delantero, valga la redundancia, evitable siempre, pero ejemplifica bien lo que está sucediendo. Y él como buen pescador, ha sabido aprovecharse del sindiós en que se ha convertido el ataque zaragocista en los últimos años.
Hace bastantes años se hizo famosa una campaña publicitaria en la televisión. Su eslogan era el siguiente: “Pezqueñines ¡No, gracias!” Tenía como objetivo evitar la pesca, distribución y consumo de peces que no superaran las tallas mínimas de determinadas especies según el Real Decreto. Pero en el caso de Liso, habría que decir si a los “pequeñines” como él. La cantera sigue siendo a donde se agarra el Real Zaragoza a la hora de sacarle las castañas del fuego. Y Adrián se ha convertido en el líder de la nueva camada. Francés, Francho y Azón, por fin tienen un relevo fiable a la hora de defender el escudo con el corazón. El hambre de Liso es voraz. Come carne y pescado hasta tachar toda la carta del restaurante. Todo con tal de engordar la grandeza del león que luce con orgullo en el pecho.