Ahora que vamos despacio, que no se puede analizar el partido con el Mallorca por razones obvias y todavía no me he sacado el título de pitoniso ni sé qué sucederá el domingo en Pucela, cabe pensar en la trayectoria más reciente de la Sociedad Deportiva Huesca. En los tres meses de Anquela en el banquillo azulgrana, que ya saben que a los periodistas nos encanta acotar temporalmente nuestras reflexiones. La gran pregunta que habría que responder es: ¿Ha valido la pena el relevo de Tevenet? Otras relacionadas serían: ¿Los fichajes invernales y salidas han hecho crecer la plantilla? ¿Es el Huesca el mejor equipo de la zona baja o, en realidad, el menos malo? Muchas se pueden aclarar con datos y otras están sujetas a la más estricta subjetividad.
Tyronne en Llagostera | Foto: LFPEl Huesca presente es muy distinto al que cayó en Palamós frente a la Llagostera (2-0) y, a la vez, casi idéntico. Aquella derrota precipitó la salida de un Tevenet que perdió en cuatro semanas el crédito que se había ganado antes. No solo por el ascenso, sino también por reponerse a un mal comienzo con la solidez defensiva, los buenos resultados a domicilio y refugiado en el bloque de Segunda B. Hasta ocho futbolistas del curso pasado coincidieron en algunos de sus onces, como si no confiase del todo en las piezas que le había traído en verano la dirección deportiva. Leo o Whalley, Iñigo López y Machis se sumaban a los conocidos y la apuesta funcionó razonablemente bien hasta que noviembre y un punto de 12 se lo llevaron por delante. La mala trayectoria y la falta de apoyos en la cúpula directiva mezclaron fatal y su salida fue entendida por pocos.
Anquela cruzó las puertas del Alcoraz como una garantía. Experto, conocedor de la casa y de la Segunda División, con cartel, trabajador y, quizá lo más importante, con tiempo para dar un golpe de timón. Tres meses más tarde ha habido más luces que sombras. Lo peor, que todavía no ha sido capaz de subvertir los mayores males de este Huesca; a saber, la falta de gol y la ternura defensiva. Dos taras capitales bajo cualquier circunstancia y dos posibles soluciones. La primera, el cambio de dibujo a una defensa con tres centrales, enseñó a un Anquela despistado y aquel esquema no convenció a nadie ni dentro ni fuera del terreno de juega. La segunda se encuentra relacionada con esta, porque los fichajes invernales han elevado el nivel y, de paso, parecen haber asentado un planteamiento más armónico que tomó altura en la cita de Elche.
Los 15 partidos seguidos recibiendo gol son un lastre difícil de soltar para cualquier escuadra, y la dificultad de anotar en la meta contraria se ha combatido con infinitas fórmulas; la última, con Camacho y Arruabarrena en la punta, se encuentra en periodo de observación. El vasco ha refrescado el ataque sin fortuna en la suerte suprema. Oxigena el fútbol ofensivo del Huesca pero le ha faltado colmillo. Nagore, tarjeta roja aparte, se ha revelado como otro acierto para el lateral, mientras que Alexander González también eleva el nivel general. Nada que reprochar. Las salidas sí que fueron dolorosas en casi todos los casos. Lejos del mensaje interesado de que Manolo o Mainz no daban el nivel para Segunda B sí que, tal vez, se les valoraba con el cariño de haber sido partícipes del ascenso y sus sustitutos son y serán titulares fijos para Anquela. También incluyo en este grupo a Juan Aguilera, cuyo periodo de prueba va a ser superado con éxito dará solidez al centro del campo. Quizá el sacrificado sea Bambock, que con Tevenet jugó poco y con el de Jaén, que ha lanzado avisos a hombres como Luis Fernández y Camacho, se ha convertido en imprescindible aun con las limitaciones que impone su corta edad.
La situación parece más controlable que la del año del descenso, despedazada por futbolistas faltos de compromiso y la desorientación más absoluta en el banquillo y la zona noble. Nada de eso sucede ahora. Se han cometido errores por parte de todos, de los que siguen y de los que no, pero el Huesca se mantiene fuera del descenso con unos números peores que los de Tevenet. Habrá que dar las gracias a los rivales directos y, sobre todo, mejorar lo que todavía es muy mejorable. Como Anquela no se cansa de repetir, vamos a sufrir mucho. Al menos, empieza a imponerse la coherencia.
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