Al Real Zaragoza no paran de crecerle los enanos. Cada temporada reaparecen los dichosos fantasmas de las desgracias que atormentan y perturban el desarrollo de un curso que nunca es normal para los aragoneses. En la 23/24, las lesiones se han cebado con el Real Zaragoza. Futbolistas -a priori- clave lesionados -y varios de ellos en más de una ocasión-, demarcaciones plagadas de problemas físicos… todas estas circunstancias han generado un vaivén de modificaciones anómalas y han contribuido al desarrollo de un sistema más que desdibujado en el que muchos jugadores han tenido que actuar de parche.
Uno de estos futbolistas cuya posición ha ido variando en función de las circunstancias es Akim Zedadka. El argelino llegó en el mercado de invierno dispuesto a completar el lateral derecho. Sin embargo, los constantes contratiempos de Lecoeuche -único lateral izquierdo debido a la lesión de larga duración de Carlos Nieto- han derivado en un cambio de posición para Zedadka. En la actualidad, Akim se ha hecho dueño del carril izquierdo y, lejos de acusar esa permuta en la demarcación, está realizando actuaciones individuales más que correctas.
El defensor comenzó su reivindicación particular en El Alcoraz. Ingresó en el terreno de juego en un contexto muy complicado, pero cumplió con creces. Zedadka realizó una segunda mitad marcada por la seriedad en todo tipo de duelos. Además, derrochó intensidad y corazón y cerró a cal y canto su banda. A partir de ese momento, el norteafricano se ha hecho con un hueco en la gran mayoría de onces propuestos por Víctor Fernández y, además de comenzar a exhibir ciertas virtudes que se encontraban ocultas desde que recaló en la capital aragonesa, se ha erigido como uno de los futbolistas más regulares de la actual plantilla.