Álex Alegría disputó contra el Cartagena su undécimo partido como jugador del Real Zaragoza y su décima titularidad consecutiva. Con un único tanto en 842 minutos y con un exiguo rendimiento, la titularidad –hasta el momento indiscutible– del delantero extremeño comienza a hacerse insostenible.
Muchas de las esperanzas de realzar el vuelo en una temporada para el olvido pasaban por el acierto en la contratación de un delantero en el mercado invernal. Por aquellas fechas, Juan Ignacio Martínez empezaba a moldear la deprimida plantilla del Real Zaragoza que heredó, colocando las bases de lo que está siendo el conjunto maño en la segunda vuelta. Aun con todo, el buen hacer de JIM no parecía suficiente para remediar los males crónicos del Real Zaragoza 2020/2021. La falta de gol de los delanteros era ya un problema de estado, y el fichaje de un ariete resultaba indispensable.
En estas circunstancias de necesidad, el nombre de Álex Alegría volvió a retumbar con fuerza en el seno zaragocista. El delantero que había rechazado enrolarse en las filas mañas en varias ocasiones en los últimos años se convertía en la gran primera apuesta de Miguel Torrecilla como director deportivo del Real Zaragoza. A priori, sus cualidades parecían ensanchar el abanico de perfiles en la delantera, a pesar de que el número de goles a lo largo de su carrera no trasmitiese gran confianza. Tras mucho esperar, el Zaragoza ya disponía del delantero encargado de aupar al equipo varias posiciones a través sus goles.
Encaje en el once con calzador
Desde el principio, la llegada de Alegría generó varias preguntas en torno al rol que tendría en el esquema de JIM. Tras otorgarle la confianza al Toro Fernández en sus cuatro primeros partidos, el técnico alicantino decidió introducir al nuevo fichaje cambiando únicamente el cromo del uruguayo por el del extremeño. Sendos delanteros con características diferentes pero con el mismo déficit de autosuficiencia. Por tanto, para evitar que a Alegría no le sucediese lo mismo que al desesperante Toro, no solo debían cambiar los nombres, también el esquema que le rodeaba.
Alegría disputó sus primeros cinco partidos encajado en un 4-1-4-1. Dos victorias, dos derrotas y un empate fue el bagaje de este periodo. Sin embargo, el hartazgo actual de la afición con el delantero extremeño comenzaba a fraguarse.
En esos cinco encuentros (Ponferradina, Málaga, Sabadell, Alcorcón y Oviedo) el punta cedido por el Mallorca tan solo disparó en tres ocasiones, una de ellas a puerta. Eso sí, una cantidad de disparos acorde con su influencia sobre el terreno de juego: únicamente dio 24 toques de media y falló un 43% de los pases que intentó (41/72). En cuanto a la que se presupone que es su gran virtud, salió vencedor tan sólo en el 43,5% de los duelos aéreos que disputó. Las estadísticas hablaban por sí solas.
Alegría en un contexto adecuado
El rendimiento del Real Zaragoza en ese mes de febrero en el que Alegría se asentaba en el once sin méritos propios terminó con las malas sensaciones frente al Oviedo. Días después, el propio Álex Alegría en rueda de prensa sugirió un cambio en la forma de jugar para estar más acompañado en la parcela ofensiva. Él mismo ya era consciente del pobre nivel que estaba ofreciendo sin un compañero cerca; más concretamente sin Narváez cerca. Algo debía cambiar y así sucedió en el primer partido del mes de marzo.
La baja por covid de Francho Serrano una semana antes trastocó los esquemas de JIM. James Igbekeme entró en escena siendo la principal novedad en el siguiente partido contra el Tenerife. El Real Zaragoza alineó su recurrente 4-4-2 con Chavarría y Nieto formando doble lateral, y Zapater y el nigeriano en medio. Lo que significó que, por fin, tras cinco partidos, Juanjo y Álex coincidieron en la delantera.
Es llamativo lo que cambia el rendimiento de un jugador cuando se siente protegido en el hábitat que le rodea. Al igual que los animales, cada futbolista debe adaptarse al medio si desea prosperar. Sin embargo, en este caso fue el medio el que cambió para que el plasenciano no sucumbiera a la selección natural del fútbol. Con victoria y gol de cabeza incluido, Alegría disputó contra el “Tete” su mejor partido con el Real Zaragoza hasta la fecha. Su influencia en campo rival aumentó considerablemente y ofreció alternativas al juego del equipo gracias al poderío aéreo que mostró. Sin llegar a ser un partido espectacular, Alegría creó un espejismo en el que parecía valer para vestir la camiseta blanquilla.
Una decisión incomprensible
El extremeño pudo disfrutar de la compañía de Narváez dos partidos más. Ante el Rayo Vallecano y el Mirandés, JIM optó por dar continuidad al 4-4-2 que consiguió la victoria contra el Tenerife. Sin embargo, el delantero de Plasencia volvió a ser, en el cómputo general, intrascendente para los intereses zaragocistas. Ante el Rayo rindió la primera media hora, al igual que el resto del equipo; y en la victoria en casa contra el Mirandés, no ofreció las soluciones esperadas para un delantero que forma en un 4-4-2 replegado atrás. Aun así, lo peor estaba por llegar.
Sin duda alguna, se ha demostrado que el rendimiento de Alegría experimenta una leve mejoría cuando tiene cerca a otro delantero. Sin considerarlas actuaciones brillantes, ante el Tenerife (sobre todo), el Rayo y Mirandés mejoró un poco lo ofrecido anteriormente. No obstante, cuando JIM parecía haber dado con la tecla para incrustar a Alegría en el once sin causar daños colaterales, el 4-1-4-1 volvió a tocar a la puerta del técnico alicantino.
El cambio de sistema en los dos últimos partidos disputados por el Real Zaragoza (Logroñés y Cartagena) ha desorientado más si cabe a Alegría. Hasta el punto de parecer totalmente perdido.
Esta formación, Bermejo en derecha y Narváez en izquierda, embotella a este tipo de delantero debido a la naturaleza de los extremos de jugar por dentro, lo que recorta además la capacidad de profundizar. Además, la desacertada lectura del juego de Alegría ha provocado que entre ellos se pisen los espacios más de una vez. Alegría es un delantero meramente rematador y si no tiene centros laterales que rematar, como contra el Tenrife, se convierte en un jugador inservible en el campo.
Si a todo eso le suma el poco ímpetu por conseguir la victoria por parte del equipo, la titularidad de Alegría se convierte en una auténtica injusticia. Contra el Logroñés y contra el Cartagena, Alegría no se salió de su mediocre rendimiento. El jueves pasado en la hora que jugó, tan solo dio cinco pases buenos, además de perder siete de los nueve duelos aéreos que luchó.
Alegría, titular insostenible
Tras disertar la breve estancia de Álex Alegría como jugador del Real Zaragoza no es desmesurado afirmar que no debe salir desde el inicio en Fuenlabrada. Las estadísticas de estos diez partidos que ha disputado como titular no necesitan que sean explicadas para que el aficionado vea en números la aportación del extremeño al equipo. Pero bien es sabido que el fútbol va más allá de números, se deben medir las sensaciones que desprende uno sobre el campo. Pues bien, buena parte de lo que trasmite Alegría sobre el terreno de juego se traduce en indiferencia absoluta.