El Real Zaragoza vive una situación de alerta máxima. Acumula 7 jornadas sin ganar, solo suma 3 puntos de 21 posibles y ha igualado su puesto en la tabla con los equipos que ocupan las posiciones de descenso. El cambio de entrenador no ha servido absolutamente para nada, al menos, de momento. Sí, es verdad, Alcaraz lleva apenas una semana al frente del equipo y en tan poco tiempo no hay demasiado margen de maniobra. Pero una cosa es no poder dar un cambio radical al equipo y otra es no cambiar absolutamente nada. Alcaraz apostó por el mismo sistema que Idiakez e incluso, dio la oportunidad a jugadores que ya habían sido descartados por el anterior entrenador por su bajo rendimiento. Es el caso de Buff que deambuló ante el Elche en el Martínez Valero como si el Zaragoza jugase con uno menos.
En cambio, otros jugadores que sí han aportado en el campo y que fueron desterrados por Idiakez, como Álex Muñoz, han continuado quedándose fuera. Si el Zaragoza va a hacer con Alcaraz exactamente lo mismo que con Idiakez, ¿para qué se ha cambiado de entrenador, generando un gasto extra a cargar al presupuesto? Ante este panorama no es de extrañar que sean cada vez más las voces que se inclinan a pensar que el sistema de juego zaragocista viene impuesto desde escalas superiores al staff técnico.
Las declaraciones de Lalo Arantegui asegurando que el estilo de juego del Real Zaragoza estaba por encima de cualquier entrenador, están convirtiéndose en una realidad. Cuesta creer que un entrenador de la veteranía de Alcaraz obedezca a este tipo de parámetros, por lo que solo queda la esperanza de que este nuevo revés haga reaccionar a todas las partes para poder plasmar en el campo lo que todos estamos viendo: el cambio de estilo es necesario.
Alcaraz debutó ante el Elche con la misma defensa que tantos errores había cometido con Idiakez. Verdasca y Grippo, especialmente el portugués, cometen fallos que cuestan goles y puntos al Zaragoza. Ante el Elche no fue una excepción, especialmente en el segundo gol de los alicantinos en el que Verdasca tuvo un clamoroso error en la salida de balón, confiando excesivamente en sus posibilidades y provocando un pérdida letal que sentenció el partido a favor de los locales.
El rombo volvió a ser el sistema impuesto al equipo, convirtiéndose en un 4-3-3 cuando Buff intentaba igualar su posición con Pombo y Aguirre. Un dibujo en el que los jugadores se volvieron a mostrar encorsetados, faltos de ideas y con una escasa combinación de juego incapaz de alcanzar la portería rival con opciones de finalización. Incomprensiblemente Ros, uno de los jugadores en mejor estado físico, se quedó en el banquillo para que un apagado Zapater fuera titular. Alcaraz quiso mantener los códigos del vestuario sin quitar del once al capitán, pero el bien común del equipo debe estar por encima de cualquier otro tipo de decisión.
Eguaras actuó por delante de la defensa sin generar el juego necesario. Zapater e Igbekeme como interiores, apenas pudieron filtrar balones a los delanteros. Unas posiciones adelantadas que fueron ocupadas por Buff en el vértice del rombo y Pombo, junto con Aguirre, como pareja de atacantes. El suizo tan solo dejo pequeños detalles de su “fútbol estético” pero nada más. Pombo y Aguirre apenas dispusieron de un par de ocasiones claras durante el encuentro. Un bagaje insuficiente dada la escasa puntería hacia la portería contraria.
Cuando los dos delanteros referencia del equipo están lesionados y en el tercero, Medina, no hay confianza, se hace necesaria la aportación de una segunda línea atacante. El problema se acrecienta cuando esta segunda línea tampoco está aportando. Los errores en un lado y otro del campo provocan que los jugadores comiencen a desconfiar los unos de los otros. Benito llegó incluso a manifestarlo en zona mixta con una frase que lo dice todo: “Hemos regalado los goles”. Cuando los jugadores empiezan a señalarse entre ellos, el rendimiento baja y el mal ambiente crece. Si a ello le sumamos que algunos futbolistas ven como pasan las jornadas sin disponer de una oportunidad a pesar del fallo de sus compañeros, la alerta roja se enciende. Alcaraz aún está a tiempo de remediarlo, si le dejan.