Con una tensión sobreelevada estamos asistiendo los azulgranas a la llegada de este próximo viernes. Fecha fijada por el Getafe CF para esperar contestación de la SD Huesca sobre la oferta trasladada al club azulgrana por su capitán Gonzalo Melero. Con contrato en vigor y una clausula que, según comentó esta misma semana Petón, era de 4 millones de euros. Hasta aquí todo bien, todo claro y hasta incluso lícito y de agradecer que el Getafe haya optado por la vía club para tratar el fichaje de un jugador importante y querido en Camino Cocorón.
Que la finalidad de un club como la SD Huesca sea la de buscar, mimar y potenciar a jóvenes talentos es un hecho constatado. Es más, creo que estamos tan identificados con ese modelo que lo vemos como algo normal y natural. Pero llegados a este punto, alargar un poco ese despegue puede ser beneficioso para todos y, de paso, puede ser un mecanismo para dotar de identidad y poso a un proyecto que busca la consolidación en el escalón más alto. El mejor. Aún así, el club está en todo su derecho de negociar. Si alguien se ha ganado todo el crédito del mundo para hacerlo es la actual directiva, pero despojarse ahora de un referente, y además hacerlo sin un salto de calidad sonado, me parece un paso atrás en ese camino que está llevando a la consolidación del sentimiento.
Si Gonzalo quiere su sitio debe estar aquí, al menos por el momento. Pero no porque de repente haya despertado un instinto de posesión ficticio y lleno de egoísmo, sino porque en este preciso instante, donde la urgencia económica ha pasado a un segundo plano, donde el tiempo nos ha situado en la que dicen es la mejor Liga del mundo, considero su continuidad es lo mejor para ambas partes. Ahora ya no hay azotea, estamos bailando sobre sobre ella. La afición anhela ver sobre el terreno de juego todos esos valores que desde un tiempo hasta esta parte la SD Huesca ha despertado en ellos: identidad, humildad, sacrificio, ambición y mucho sentido común. Todos ellos están representados en una persona: Gonzalo Julián Melero Manzanares.
Seguramente, la persona que más de cerca está llevando este caso -Petón-, ha aludido en muchas ocasiones a todos estos valores que arriba he citado. Nadie como él para recitar la transformación vivida y nadie mejor que él para saber lo que significa Gonzalo a día de hoy para el aficionado azulgrana. Porque la vida futbolística se trata de eso, de aglutinar valores y de dar forma a un sentimiento a través de las emociones. Para eso hacen falta referentes y Gonzalo es uno de ellos.
Por eso se me antoja vital su continuidad, y por eso el día de mañana, cuando su crecimiento merezca un vuelo más alto, más importante, debemos ser los primeros en entender que el club deberá dar un paso al lado y dejarle volar. Ese día llegará y volveremos a sentirnos como el que regresa a casa después de un trabajo bien hecho, después de haber contribuido a que otro de los nuestros partiera en busca de un sueño de altos vuelos.