Para todos los seguidores del baloncesto nacional y del Casademont Zaragoza, el término “Generación Z” ha conseguido hacerse un hueco, en la mayoría de nuestras rutinarias conversaciones, en el marco de este bonito deporte.
España, desde hace ya unas décadas, se ha convertido a base de esfuerzo y trabajo en una de las grandes referencias del baloncesto de cantera. Dentro de las más famosas y fructíferas del país, encontramos algunas como las del Barcelona Lassa, Madrid, Valencia Basket, Estudiantes, Unicaja o Juventut de Badalona. Sin embargo, a este ilustrísimo grupo se ha unido un nuevo integrante en esta última década, el equipo maño. Esta irrupción del Casademont Zaragoza como potencia de cantera se debe a la conocida “Generación Z”.
Fuera del baloncesto, este término es utilizado para nombrar a todas las personas nacidas entre 2000 y 2010. Sin embargo, cuando nombramos a la “Generación Z” dentro de la jerga de baloncesto, nos referimos a todos aquellos brillantes jugadores de la cantera del equipo maño. Los cuales se caracterizan por su descaro y humildad , tanto dentro como fuera de la cancha (a pesar que la mayoría no superan los 20 años).
Alocén, el precursor
El primer representante de esta gran hornada llena de talento y picardía fue Carlos Alocén (nacido el 30 de diciembre del 2000). Este joven debutó con la elástica maña en octubre de 2016, convirtiéndose así en el tercer jugador más joven en debutar de la historia de la ACB. El esfuerzo y amor por los colores le hizo convertirse en capitán del equipo con tan solo 18 años . Su significativo rendimiento propició que el año pasado lo fichase el Real Madrid. Aunque esta temporada se mantuvo en el equipo que le vio crecer (debido a una cesión). Carlos abrió la puerta a todos aquellos canteranos cuyo sueño era llegar al primer equipo.
Desde el debut de Alocén han debutado otros muchos con el primer equipo hasta nuestros días, dejando grandes actuaciones; Josep Fermí (2003), Raúl Lobaco (2000), Vit Krejci (2000), Ander Urdiaín (2000), Javier García (2001) o Aitor Etxeguren (2002), Jaime Fernández (2000) o Jaime Pradilla (2001) recientemente fichado por el Valencia Basket, tras ser una de las grandes sorpresas en la Fase Final disputada en la capital del Turia.
No solo talento
Sin embargo, esta generación no solo sirve para nombrar a este gran grupo de jóvenes talentosos, sino que significa mucho más. Para muchos, significa el poder y la garra del equipo maño, así como la lealtad, el compromiso y la clara evidencia de que con trabajo y esfuerzo se puede debutar en el club de tus sueños. Por todo ello, la “Generación Z” es tan querida por la “Marea Roja” (nombre con el que se denomina a la hinchada del equipo aragonés).
El gran rendimiento de estos jóvenes, explotado por su técnico Porfirio Fisac y sumado a la gran planificación en la confección del equipo, por parte del staff técnico, ha hecho que el Casademont Zaragoza se haya convertido en uno de los 5 mejores equipos nacionales. Podemos destacar esta temporada su histórico tercer puesto en la liga regular, siendo su mejor clasificación hasta el momento. Además, a esto se le suma su gran papel en la “Basketball Champions League”,competición europea, en la cual el equipo se encontraba en octavos. Sin embargo la pandemia privó a los maños de seguir adelante en esta competición.
La gestión de cantera del Casademont Zaragoza en esta última década tendría que ser un gran ejemplo para los demás equipos. Ya no solo en baloncesto, sino en todos los deportes de equipo. Todos los equipos deberían apostar fuertemente por la cantera. Dándoles a todos ellos oportunidades, educándolos e incluso enseñándoles ya no solo a jugar bien dentro de la cancha, sino que fuera de ella también supiesen “ganar partidos”. El éxito de esta gran generación se basa en la educación tanto dentro (niveles técnico -tácticos) como fuera del campo (mucho más importante). Siendo la educación fuera de este lo que realmente les caracteriza.
El talento de estos jóvenes parece ser que no tiene techo. Esto hace al conjunto maño estar seguro del gran futuro que le depara, tanto a nivel deportivo como extradeportivo. Sin duda alguna, el equipo maño es una gran representación de que los valores, la disciplina y la educación son claves para el éxito.