Después de las primeras pruebas con las grandes ligas españolas de fútbol y de baloncesto, el resto de competiciones comienzan su camino; un camino incierto, peligroso, pero que no por ello deja de ser esperanzador y emocionante. Los deportistas tienen ganas de volver a hacer lo que más les gusta, y en este caso, de volver a disfrutar con el rugby. El Fénix Rugby comienza una nueva aventura en la División de Honor B, una nueva oportunidad de lograr el billete para la primera categoría nacional.
El conjunto de Jorge Molina ha preparado la campaña con ilusión, sobreponiéndose a varios inconvenientes que se han topado en el camino. El más importante ha sido la baja de varios jugadores internacionales que, ante la incógnita competitiva, no renovaron por el club. Sin embargo, la entidad zaragozana ha logrado incorporar nuevas piezas para mantener un bloque que mantenga las mismas aspiraciones.
Molina se muestra optimista de cara a la temporada. “La pretemporada ha sido atípica debido a las fechas y al retraso del comienzo de la competición. Hasta hace un par de semanas seguía existiendo algo de incertidumbre pero afortunadamente comenzamos ya este fin de semana. Las sensaciones son buenas y hemos demostrado un buen nivel en los torneos que hemos tenido”, explicaba.
Guillermo Aina, capitán del Fénix Rugby, también transmite las mismas sensaciones y sobre todo se muestra “afortunado de volver a jugar cuando, hasta hace poco, las expectativas de que arrancara la competición eran muy bajas”.
Un nuevo formato
La División de Honor B presentará un nuevo formato competitivo para evitar que, dada las circunstancias, la liga se alargue más de lo debido. Ante esto, tan solo se jugará una vuelta completa mientras que la segunda parte se dividirá en dos playoffs: seis primeros equipos en la lucha por el ascenso y los otros seis en la pelea por no descender.
Para el técnico zaragozano, esta idea es buena e incluso beneficiará a su equipo debido a la corta plantilla que posee. “Al tener un calendario con menos partidos y más espacio de recuperación, podremos preparar de mejor manera cada enfrentamiento”, analizaba. El equipo comenzará disputando dos jornadas consecutivas, posteriormente descansará durante otras dos.
Por ello, tanto Molina como Aina afrontan con mucha ilusión esta nueva oportunidad de poder luchar por el ascenso a la ansiada División de Honor A. Para el jugador del Fénix Rugby, lograr esta hazaña supondría toda una recompensa al “sacrificio que realizamos todos cada semana, compaginando la vida personal y laboral con este deporte que tanto amamos”.
Una incertidumbre constante
El transcurso de la temporada estará marcada por la presencia de la COVID-19. La Federación Española de Rugby ha decretado que, para el aplazamiento de un encuentro, uno de los equipos tendrá que tener un mínimo de cinco positivos. Sin embargo, la frecuencia con la que tanto jugadores como cuerpo técnico recibirán las pruebas PCR continúa siendo una incógnita.
“Hay que aprender a vivir con una incertidumbre constante tanto en nuestra propia casa (por el hecho de que pierda a jugadores titulares porque den positivo) como en los rivales, esperando que no tengamos una llamada diciendo que no puedan jugar”, opinaba Molina.
“Sabemos que es un riesgo que tenemos y por ello, fuera del terreno de juego intentamos ser lo más responsables posibles; dentro cumplimos con todas las medidas que nos aconsejan. Debemos ayudarnos entre todos a que esto tenga el menor impacto posible sobre el equipo”, concluye Aina.
Las competiciones no profesionales, una parte esencial de nuestra sociedad, dan el pistoletazo de salida. Sin embargo, la falta de recursos de estos equipos y las medidas externas entorpecen el desarrollo de correcto de dichas ligas. Y es que, como apuntan desde el Fénix Rugby, “se debería decidir de manera unilateral la disputa o no de todos los deportes amateurs”.