Partido de pretemporada donde la principal conclusión es que falta por juntar las piezas y queda cada vez menos tiempo. Demasiadas imprecisiones, lógicas, cuando David Gómez todavía no ha tenido un solo día con toda su plantilla al completo. Así las cosas, no se pueden pedir imposibles. Que hay que currar está claro, que el Levitec Huesca que arrancará el campeonato será distinto, también. En cuanto a juego y, previsiblemente, en cuanto al primer quinteto que salte a la pista -en esta ocasión Cubillán, Lafuente, Parex, Vila y Rosa- a buscar las judías.
La esperanza es que el conjunto mejore ahormado por las individualidades. Descubrir a estas alturas a Parex sería ilógico. Tiene baloncesto y picardía. La veteranía es un grado y marcar el ritmo, acompasar el juego a lo que se necesite en cada momento es importante, en los partidos donde toda se resuelva en el último momento vital. Lafuente es corazón Peñas y Carter III sabe de sobra cómo son los aros del Palacio. El resto tendrá que amoldarse y lo más rápido posible al libreto de un técnico que vive con pasión esto desde el banquillo. Detalles hay, pero falta. Carece de pegamento o aguja e hilo en un equipo donde Cubillán y Omogbo deben ser referentes.
El amistoso contra Lleida dejó un primer cuarto con un inicio deshilachado. Costó encontrar gobierno y mando en dos equipos marcados por errores propios. Un fallo en tiro liberado, un pase al hueco, un rebote convertido en fiesta. Esas cosas que responde a equipos que están terminando de hacerse. No obstante, Lleida está unos cuantos pasos más adelante que el Levitec Huesca. Tras sacudirse la modorra, marcó el paso y cuando rompió el equilibrio marco diferencias de +10 (12-22) por si a alguien le interesa el resultado en partidos así. El primer cuarto se cerró con un 12-24 claro.
Lleida encontró en el tiro exterior una autopista. Peñas no lo defendió bien y la diferencia se agrandó. El cabreo del entrenador del Levitec fue descomunal. “¿Quién va a ser el primero que va a jugar un partido de baloncesto?”, soltó como un latigazo. Es lo que ocurre cuando no hay público en la grada. Que se escucha todo de forma nítida. Y no le faltaba razón. A menos de cuatro minutos para el descanso 24-45. Sí, en los amistosos el resultado es lo de menos, pero a nadie le gusta recibir un castigo así ni está permitido dejar una sensación tan preocupante.
Lleida, con un tipo inmenso como Buchanan, también marcó lo que le puede ocurrir a este Levitec Huesca sin tipos con tantos centímetros y kilos bajo aros. No tendrá una calidad bárbara el center del Lleida, pero su poder de intimidación es sobresaliente si no lo atacas de forma correcta. Si Gómez quiere un equipo bregado, que intimide y que corra, un dato, hasta casi el descanso no armó una contra con canasta. 32-56 al descanso.
Como en un partido hay varios partidos, tras el descanso se esperaba un encuentro distinto. Meter en un cinco contra cinco -otro debe de este Levitec en lo que lleva de pretemporada- lo ensayado contra un rival. Y salieron a relucir detalles que hacen equipo, una canasta con personal sacada por Rosa por puro amor propio o la de Vila con personal, también malograda. Bueno, apretar de dientes. Eso que llaman carácter, obligatorio, y que hacen equipo. Esas jugadas que sirven para creer en ti mismo… y en rebajar la diferencia (50-64).
Con 52-69 se entró en el último cuarto. Y el Levitec la inició con mala versión. Tiros liberados para Lleida y malas opciones de tiro ante la defensa ilerdense. Como tampoco cerró el rebote dio opción de segunda jugada al Força Lleida con lo que escribió de forma clara las necesidades de un Levitec Huesca que dejó esa sensación de que tiene mucho por hacer aún.