Nacho Ambriz firmó su último partido de la pretemporada con un once que en nada se parecerá al que pondrá en juego contra el Éibar. Hay que guardar armas para medirse contra el Eibar, un partido que llega el próximo viernes, demasiado para ambos equipos. Ni que decir tiene que los vascos llegan a Segunda con el espíritu de rebote. Tienen pasta suficiente para fichar y meter sobre el prado a una colección de jugadores tremendos. Eso sí, tendrá que hacer equipo y eso es lo complicado. El Huesca, menos dinero, pero idéntico objetivo.
El equipo altoaragonés tiene que seguir armándose. La próxima semana tocarán las presentaciones y mientras cemento para construir lo mismo que el Éibar: equipo. Y al punto de entrar ya en la primera semana de competición tocó hacer parada en Tudela, que esta temporada se alojará en la Primera RFEF. En tierras navarras se estrenaron las dos últimas novedades conseguidas por Rubén García: Bufferini y Ratiu. Y con ellos una buena nómina de canteranos:
Amistosos así sirven para poco. Bueno, también es cierto que te puedes comer la cabeza con jugadas aisladas. Los navarros ligaron una buena acción por la derecha al poco de comenzar y tuvieron cositas de esas que te hacen preguntarte si la diferencia de calidad por las divisiones en las que militan ambos clubes es tanta. Pero claro, la diferencia era solo por nombre.
De hecho, si bien tuvo más la bola el Huesca -lo previsto- las mejores ocasiones las vistió el Tudelano -lo imprevisto- incluido un balón al larguero en el 46 del primer acto. Un minuto después, Aveldaño puso el 1-0. Pero sacar conclusión alguna de esto sería ilógico. Ni estaba Ferreiro sobre el prado ni Seoane ni Rico ni Escriche ni muchos otros de los que serán protagonistas durante el curso.
Varela evito el 2-0 en un disparo a bocajarro de Aveldaño sin llegar a los 3 minutos del segundo acto. Que no estaba cómodo el Huesca era directamente proporcional al fútbol del Tudelano. Chavarría malogró una contra gracias a un desafortunado tropezón que le desequilibró y chutó mal. Y los navarros siguieron pisando el área. Reclamaron un penalti cuando Varela despejó un balón llevándose por delante a un rival. Ni 10 minutos jugados.
Nacho Ambriz empezó el baile de jugadores. El Huesca cogió el mando pero sin pisar el área del Tudelano. Así las cosas, a balón parado era la esperanza de que el balón fuera a la red rival. Tampoco. Gualda exigió al máximo a Varela que se estiró todo para desviar el balón. Cuando le tocó defenderse al Tudelano lo hizo sin pasar apuros. Lejos de su área se sintió cómodo, porque el Huesca tocó pero sin entrar ni por los laterales ni por dentro y así todo es más sencillo para el rival.
La derrota tan solo sirvió para que el trofeo en juego, el Joaquín Segura, no viaje a Huesca. Para nada más. O para poco más.