No fue Anquela -sancionado-, sino su segundo, Juan Carretero, quien se sentó en el banquillo azulgrana, apostando por un once muy reconocible en el que solamente llamaba la atención la ausencia de Morillas. El buen juego desarrollado y la efectividad mostrada se ocuparon del resto y la SD Huesca hizo historia.
Era una noche especial. La ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey enfrentaba, en El Alcoraz, a la SD Huesca del recién llegado Juan Antonio Anquela y al ‘Euro Villarreal’ de Marcelino García Toral. El equipo que presentó Anquela fue el formado por Óscar Whalley en portería; Aythami lateral derecho, Carlos David e Íñigo López centrales y Christian Fernández lateral izquierdo; Manolo y Fran Mérida en el doble pivote; Darwin Machís por derecha, Tyronne por izquierda y Camacho de enganche; en punta, Luis Fernández. Un 4-2-3-1 como esquema en el que Christian reemplazaba en el lateral izquierdo a un Morillas que lo había jugado todo hasta el momento y en el que sólo destacaba la permuta de costados entre Machís y Tyronne, jugando ambos en la banda de su pierna natural, resultando el grancanario el más perjudicado.
Once de la SD Huesca frente al Villarreal. 4-2-3-1 y sin Morillas. Disposición base de los 22 protagonistas en el primer tiempoLa alineación que sacó a escena el Villarreal no era ni mucho menos la suplente, pues los únicos cambios con respecto a los partidos de Liga eran la entrada del portero suplente Barbosa y la del lateral derecho del Villarreal ‘C’ Miguel Llambrich, que debutaba. Los demás, jugadores de primer nivel e internacionales con sus selecciones, como lo serían también los tres que entrarían en la segunda mitad. Formaba Marcelino dos líneas de cuatro con dos hombres en punta (4-4-2). Acompañando al joven Llambrich en la zaga estaban Musacchio, que reaparecía tras su larga lesión, Eric Bailly y el esloveno Bojan Jokic. Manu Trigueros y Jonathan Dos Santos se situaban en el doble pivote, Samu Castillejo y Nahuel ocupaban las bandas, alternándoselas, y Samu García y Bakambu formaban pareja de ataque.
El partido fue excelente, porque los dos conjuntos se pusieron de acuerdo y pactaron que el balón fuera el protagonista. El Huesca arrancó muy fuerte y se encontró con el gol a las primeras de cambio. Luis Fernández fue el más rápido de todos en el área para mandar al fondo de las mallas un balón que quedó suelto. Camacho y Luis Fernández pelearon los duelos aéreos con los centrales, mientras que Fran Mérida se encargaba de mandar en salida cuando los locales sacaban el balón jugado. Nahuel, el más destacado del Villarreal, fue quien llevó el mayor peligro para los castellonenses en el primer acto, tanto ejecutando como enlazando jugadas combinativas con Samu García y Bakambu. La zona de trescuartos del Villarreal se basaba en la gran movilidad de sus cuatro atacantes: tanto Nahuel como Castillejo se movían entre líneas y Samu García apoyaba a ambos, quedando Bakambu un poco más arriba y en solitario.
Ahí, fue clave el extraordinario estado de forma de Carlos David e Íñigo quienes, imperiales, echaron por tierra las ideas ofensivas del cuadro de Marcelino cuando al Huesca más le costaba salir y el Villarreal más amenazaba. Además, el extramotivado Christian fue un cerrojo en el lateral izquierdo, por el que intentaba penetrar Nahuel. Por ello, los azulgranas se fueron a vestuarios en ventaja.
Fran Mérida como mediapunta
Si el primer tiempo fue el entrante para ver qué podían dar de sí ambos conjuntos y enseñar sus cartas, en el segundo se pusieron manos a la obra y demostraron de lo que son capaces. Diez minutos vibrantes eran justos con el espectáculo que debía vivirse en El Alcoraz. Sin haberse producido ninguna sustitución, un centro-chut de Nahuel hacía el empate, un penalti transformado por Mérida ponía el 2-1 y Bakambu volvía a establecer la igualada tras una magistral asistencia de Manu Trigueros de tacón: 2-2 y todo por ocurrir.
Con Bambock y Figueroa sobre el verde. Se mantiene el 4-2-3-1. Así se jugó la segunda mitad, antes de pasar al 4-4-2 final.Carretero sustituyó a Tyronne por Bambock en el 59′, justó después del gol de Mérida. A Tyronne no le habían salido las cosas como él esperaba: jugó en su costado no habitual, sintiéndose incómodo, y eso no propició que el gran canario pudiera mostrar su juego. El franco-camerunés se emparejó a Manolo, Fran Mérida pasó a la mediapunta y Camacho a la banda izquierda. El Villarreal se había hecho dominador del balón en la segunda parte y al Huesca le costaba enlazar acciones jugadas consecutivamente, quedando cada vez más atrás y a merced de las magníficas combinaciones que ejecutaban los pasadores y receptores del Villarreal, tirando paredes peligrosísimas que, sin embargo, fueron desbaratadas por la zaga local. Figueroa fue el segundo en entrar, sustituyendo en el 69′ a un exhausto Luis Fernández que firmó un notable encuentro. Cuando más se olía el tercero de los de Marcelino y peor lo pasaba el Huesca, el balón le cayó a Machís tras una prolongación de Christian a un servicio de Camacho y el venezolano se sacaba un latigazo a la red. A pesar de tocarla, Barbosa no podía hacer nada para detenerla. Machís, incorrecto en las decisiones que tomó e incapaz de generar peligro, volvió a demostrar su valía por su única -y gran- virtud: la determinación.
Figueroa y Morillas, volantes ‘defensivos’
Con el premio del tanto y el éxtasis en la grada, el Huesca era consciente de lo que había logrado hasta el momento y no se podía permitir el lujo de perderlo. En el 77′, Camacho se marchó ovacionado y Morillas entró en su lugar, para colocarse por delante de Christian y ayudarle en ese costado, por el que Nahuel no dejaba de crear peligro. Un cuarto de hora restaba para el final, y el Huesca, con el 3-2 en el luminoso, debía dedicarse a resguardar el balón cuando lo tuviera y a no conceder ningún contragolpe. Mérida leyó perfectamente lo que el equipo necesitaba y fue el encargado de dominar y someter al Villarreal para que el tiempo pasara lo más rápido posible y los castellonenses no pudieran crear ocasiones. El catalán presionó como el que más, se apoyó en Figueroa y no dejó de triangular con Machís y Bambock, pues la participación de Fran se producía, en su mayoría, en el perfil derecho.
Figueroa y Morillas en banda para ayudar a los laterales. 4-4-2.Si Fran Mérida dirigió a sus compañeros en el verde, Juan Carretero supo cómo y cuándo actuar para frenar las embestidas de los visitantes. Al segundo de Anquela se le ocurrió desplazar a Héctor Figueroa a la banda derecha para que ayudara a Aythami en el costado de Castillejo y donde caía Soldado. Figueroa, fresco, tras disputarse el esférico con los centrales se dedicó a echarle una mano a su compatriota Aythami. El Huesca acabó situado en un 4-4-2, replegado, con Figueroa y Morillas por delante de Aythami y Christian respectivamente, con Bambock y Manolo cerrando la medular y dejando libres a Machís, para aprovechar su velocidad y a Mérida. El Huesca acabó con uno menos por la expulsión de Christian Fernández. Morillas se situó en su lugar y Mérida pasó a la izquierda, disputando los últimos minutos en un 4-4-1. El partido finalizó, el Huesca venció y la grada sonrió.
Segundo partido copero y segunda victoria. El Huesca venció en Mallorca 0-2 en su estreno en la competición del ‘K.O.’ y esta vez ha sido capaz de anotarle tres a este Villarreal. Es la primera vez que se le gana a un equipo de Primera División en Copa del Rey; Whalley, aunque encajó dos goles, rubricó una notable actuación, y Fran Mérida ya es el pichichi del equipo en Copa con dos dianas. La SD Huesca vuelve a ganar esta temporada desde que lo hiciera a finales de octubre ante el Numancia, repite en El Alcoraz, y se cumple, también, el dicho de ‘entrenador nuevo, victoria segura’. Sin ninguna duda, el triunfo del conjunto altoaragonés anoche hace que el equipo se llene de moral para encarar el próximo encuentro liguero y recupere sensaciones, las mejores posibles. Para el Huesca, la Copa es importante. Disfruta de ella pero no por eso se la toma de otra manera. Un 3-2 tiene la SD Huesca de ventaja para encarar el partido de vuelta con las máximas expectativas, queriendo seguir haciendo historia y sin dejar, nunca, de soñar.
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