Anquela renovó la zaga metiendo a Akapo y Brezancic en los laterales y regresando Carlos David en un Huesca que volvió a mostrarse inoperante en el primer tiempo y que llegó a bajar los brazos, esta vez sí, en una segunda parte que hizo aguas.
La SD Huesca se midió al Elche formando (4-2-3-1) con Sergio Herrera; Akapo, Carlos David, Jair, Brezancic; Aguilera, Valentín; Alexander, Samu, Ferreiro; y Borja Lázaro. Ante un Elche indolente en los primeros cuarenta y cinco minutos, el Huesca ’empujaba’ gracias a los espesos arranques de Samu, con un Valentín que chirría demasiado en el centro del campo y con un Akapo dinámico pero en alerta constante ante el desequilibrio de Hervías.
Brezancic, junto al ecuato-guineano, era el futbolista azulgrana que anoche se sometía a examen. Sí que sumó en ataque gracias a su despliegue físico pero le restaron sus despistes defensivos, propios del desconocimiento del entorno más que del mismo campeonato que disputa. Cuando se entone, ofrecerá mucho más que su competidor César Soriano, pero hasta entonces no es fiable. Su compañero Akapo, por su parte, en ataque fue más incisivo, incluso penetrando con el balón en conducción y dejando algún detalle interesante, aunque atrás también sufrió.
El Huesca supo a muy poco en el primer tiempo. Llegó a mover el balón pero lo hizo atrás y sin la suficiente suficiencia como para traspasar líneas cómodamente. Ahí solo quedaba Samu para ofrecerse e inventar, pero el madrileño, a causa de la lesión, no estaba al 100%, y se notó. O así, o con las internadas de Akapo por el carril derecho, aunque sin claridad. O llegaba el centro frustrado o el balón se acababa perdiendo. En el área, un Borja Lázaro que es muy correoso pero que, sin el gol de cara, se queda en menos, aunque su presencia suma.
Los de Toril dominaron el contexto. Fueron más inteligentes que el Huesca. Llevaron la situación a su terreno; se sentían cómodos a causa de la desconfianza que provocaban los de Anquela, algo torpes atrás y espesos, como Samu, en ataque. Ya sin Carlos David, ingresó Melero (45′) y Jesús Valentín pasó a la zaga. El ex de la ‘Ponfe’ se situó junto a Aguilera y el canario junto a Jair. A priori, el Huesca ganaría criterio y dinamismo por dentro y una clara salida de balón desde atrás, pero no veríamos ni una cosa ni la otra.
En toda la segunda mitad, pudiendo el Huesca salir desde atrás y con un Elche ordenado, los azulgranas giraron únicamente una vez (Melero a Samu), y esto es preocupante. Un Huesca muy estático por dentro siempre que Valentín o Aguilera pretendían salir jugando y batir metros con el esférico. Solo se incomodaba haciéndose con el rechace en alguna segunda jugada tras lanzar desde la zaga y corriendo hacia adelante a partir de ahí, casi siempre con Alexander de por medio (y por dentro). Por tanto, sin claridad alguna.
Sin embargo, el partido transcurría como en el primer tiempo, mínimamente controlado y sin pasar apuros. Pero la incomunicación entre Jesús Valentín y Jair apareció. Primero, cediendo una ocasión a Guillermo y, después, en los goles. Urko Vera sustituyó a Borja Lázaro (68′) y poco después Aguilera cedió. Permitió girarse a un rival que recibía en la medular ¡de espaldas!, y sin Melero (había acudido a la presión) ni él (superado), el Huesca encajó. Al Elche apenas le hacía falta tener el balón; superó a un Huesca que no inspira fútbol.
En el 77′ salió Aguilera para que entrase Cmiljanic y ahí todo se modificó. Sin tiempo para ver cómo se situaban los azulgranas para encarar el final del choque, esa incomunicación entre Valentín y Jair reapareció: el ‘2’ azulgrana no está contundente ante su par, deja que se revuelva y, Jesús, mirando la acción y situado por ¡delante! del balón, regalando espacios y facilidades. Grave error de ambos. Un 0-2 y una defensa de tres, con Akapo, Jair y Brezancic; Melero, Jesús y Samu en el medio; y Alexander, Cmiljanic, Urko Vera y Ferreiro arriba (3-3-4). Y otro balón regalado, que Jair sirve, no avanza, Alexander pierde, y al final nadie llega para terminar sentenciados.
No saber ni cómo tener el balón ni cómo avanzar con él, que exista tal incomunicación y mal entendimiento entre los zagueros cuando falta Carlos David (no ha estado presente ¡en ninguno de los últimos cinco goles! que ha encajado el equipo en los últimos 135′), llegar a ser inferior al rival sin que éste pretenda someterte y sin que haga más que estar ordenado para golearte, y acabar dejándote llevar.