La SD Huesca venció con autoridad en el campo más difícil en el que podía hacerlo. Esta vez fue coherente en el hacer y se atrevió a jugar.
Qué bien lo hizo el Huesca en Leganés. Casi como el Barcelona en la final de la Copa del Rey ante el Sevilla. Los azulgrana no necesitaron el coraje del conjunto catalán pero pusieron todo y más para lograr un brillante triunfo que deja la permanencia práctica y virtualmente sellada. Íñigo López saltando cual animal a su presa para impedir el giro del delantero en cuestión, Fran Mérida manejando con temple, Camacho goleando y soportando el centro del campo y Alexander González poniendo corazón y mucha cabeza en tres cuartos. Así, dio gusto.
Con su particular 4-2-3-1 saltó el equipo oscense al Municipal de Butarque y con la alerta puesta en un tal Szymanowski que en la previa decían se trataba del mejor -y se trata-. Aunque alguno no supiera quién era, solo hacía falta ver al ’11’ pepinero moverse con el balón para dar el en clavo y no fallar la respuesta. Menudo futbolista. Fue un puñal constante en la primera mitad que Nagore logró sujetar a medias con las ayudas de Alexander, clave.
El Leganés de Asier Garitano impuso desde el comienzo un ritmo muy alto, que se vio reforzado con el tanto en contra nada más empezar. Por supuesto, todo en su contexto. El ‘Lega’ echó atrás a un Huesca que, sin embargo, no quería quedarse retrasado y que a penas pisó su primer cuarto -el que partía desde Leo- en lo que restó de encuentro. Bastó un control de Mérida -no hubo uno igual en todo el partido- para que el tiempo se detuviese y el Huesca se desplegara; Alexander manejó dicho tiempo detenido y lo reactivó para conectar con Luis Fernández y terminar asistiendo a Camacho. Precioso, y preciso.
Cambio radical, y el cuadro pepinero no podía menguar en su buen hacer inicial y siguió jugando. El Huesca pasó al 4-1-4-1 a partir de los diez primeros minutos de juego y lo alternó con el esquema inicial. Camacho y Fran Mérida fueron los interiores por delante de Bambock y los venezolanos cerraban en los costados. Cuando el catalán se soltaba, el capitán se emparejaba al franco-camerunés. Y así, de manera constante, y sabia. Los de Anquela necesitaban llenar su centro del campo o, al menos, que éste no se vaciase; además de llegar a tiempo y lograrlo, el ‘Lega’ no estuvo lo suficientemente fluido por dentro.
Tan solo se produjeron un par de giros a la espalda del mediocentro que la zaga solventó, similar a lo ocurrido en Oviedo semanas antes. Algo se sufrió, pero fue un gusto. El único problema azulgrana y modo que tenían los locales para hacer daño, pues se encontraban maniatados en los centros laterales, era la pérdida de balones en salida. Fran cometió alguno y el Huesca lo pudo pagar. No obstante, la escuadra altoaragonesa se mantenía muy bien plantada sobre el verde y se mostraba verdaderamente incisiva con el esférico cuando pisaba terreno rival.
Quizá la premisa hubiese sido mantener el balón cuando se tuviese, obvio por otra parte pero complicado mentalmente de poder ejecutar. Ese tal Szymanowski se encargó de poner las tablas desde los once metros; sin embargo, el Huesca gustaba. Y era mérito de Mérida. En la segunda mitad, el Huesca se puso modo contragolpeador, encontrando espacios que sabe aprovechar a la perfección, esperando con calma el avance blanquiazul. El Leganés, por su parte, defendió menos que correcto, y el segundo gol llegó en una presión tras pérdida encabezada por el de siempre, Mérida.
Con la ayuda de Camacho, el balón se tiñó de azulgrana y el mismo capitán lo materializó. El conjunto de Asier Garitano se mostraba muy eléctrico arriba, sobre todo por el carril izquierdo, pero demasiado espeso atrás, y lo pagó. Los de Anquela se veían y se sentían capaces, y no tenían prisa alguna. Mientras, Alexander se encargó se fraguar el tercero y de que el ‘8’ instaurara la sentencia. Brillante el Vinotinto.
En el 70′, Ros sustituyó a Mérida para aportarle frescura a la medular y que ésta no desfalleciera, y diez minutos después (81′) entró Héctor Figueroa en detrimento de Luis Fernández. Hombres por hombres, ganar segundos y oxígeno. Porque el último en participar fue Óscar Ramírez (89′), haciéndolo por Alexander González y viendo, Anquela, que la victoria peligraba: antes se había encargado ese tal Szymanowski de meter el miedo en el cuerpo de los visitantes poniendo el centro del 2-3. El gerundés Ramírez actuó como un doble lateral derecho para ayudar a Nagore, sujetar al Alexander pepinero, y que el partido terminase. Orgulloso me sentí, qué bonito fue.
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Sí, yo también me sentí orgulloso, fue bonito y sobre todo reparador para los sufrimientos que llevamos.
Parece que se ha cogido una buena dinámica, con las ideas claras y hace falta aprovechar esta racha mientras dure.
Lo mil veces dicho, equipo hay, empieza a funcionar, que no decaiga ni lo destruyamos.
¡Aúpa, Huesca! Enhorabuena a todos los implicados, desde vestuario a afición, pasando por la tribuna. A no desfallecer y conseguir nuestra meta.
Esto es ser coherente edgar cuando uno te lee se siente muy identificado.
Da gusto leer a gente que ve cuando algo no va bien, lo escribe, lo argumenta para tiempo después hacer un análisis tan cargado de reconocimientos. Me siento muy identificado contigo jovencito ( perdoname el compadreo).