La presión alta y el poco espacio que existía entre líneas permitieron al Huesca salir vencedor del Zorrilla ante un Valladolid espeso e impreciso.
En la Segunda División no existe la meritocracia. No importa cuántos méritos hagas en un partido si al pitido final no ganas o terminas de vacío, ni la cantidad de ocasiones que tengas ni el bueno juego que despliegues. Porque lo importante, en una categoría como esta, es ganar, lo logres como lo logres. El Huesca venció en el Nuevo José Zorrilla logrando inhabilitar a un Valladolid cuya circulación de balón era, en la mayoría de ocasiones, demasiado lenta como para encontrar los espacios interiores.
Los once protagonistas del conjunto azulgrana, organizados en un 4-4-2, fueron los siguientes: Leo Franco en portería; Ramírez lateral derecho, Íñigo López y Carlos David como pareja de centrales y Christian Fernández en el lateral izquierdo; Bambock y Fran Mérida en el mediocentro, con Alexander González por derecha y Darwin Machís por izquierda; en punta, Camacho y Arruabarrena.
Presión alta, líneas juntas
La SD Huesca inició el choque de manera inesperada: el primer acercamiento fue suyo. El conjunto oscense pretendía dificultar la salida del Real Valladolid situándose arriba, en campo rival, realizando una presión alta y con las líneas juntas, dejando poco espacio entre las mismas. Dicha presión no fue ni excesivamente arriba ni demasiado agresiva; solamente con la presencia adecuada en el espacio justo el cuadro franjivioleta no lograba salir con comodidad.
El Huesca provocó, de este modo, un patente cortocircuito y muchas pérdidas del equipo local cuando éste intentaba salir con el balón jugado y el conjunto azulgrana se hacía con él en mediocampo. Y cuando el Valladolid pudo salir con el esférico controlado, le faltaba desequilibrio para atacar con claridad. Bambock y Fran Mérida resultaron primordiales en anticipación y colocación, mientras que Íñigo y Carlos David no dieron opción sencilla a la ofensiva vallisoletana saltando, incluso, a un costado para tapar la incursión del volante rival (Íñigo López apoyando a Ramírez ante Manu del Moral).
Portugal hizo tres cambios antes del descanso, uno por lesión y los otros dos para cambiar la situación. Ante el 0-1, el técnico burgalés debía dotar a su equipo de aquello que no tenía: desequilibrio. Metió a Óscar y a Mojica para revertir la situación.
Repliegue ante el desequilibrio franjivioleta
En el segundo tiempo, el guión fue distinto. Camacho acusaba su gran esfuerzo de la primera mitad y el Valladolid crecía con el continuo desequilibrio (ahora sí) que le proporcionaba Mojica en el costado izquierdo. El Huesca ya no se situó en campo rival, sino en el propio, replegando cuando el conjunto local avanzaba y con la pretensión de salir al contragolpe cuando se robara, atacando a un Valladolid abierto y expuesto. Óscar le dio a los de Portugal velocidad de circulación de balón por dentro y una gran capacidad de asociación, mientras que Mojica se convirtió en un quebradero de cabeza para Ramírez. Alexander no dejó de ayudar al gerundense en las internadas del colombiano por la izquierda, cuyas asistencias, sin embargo, no encontraban claro receptor. A pesar de ello, el Huesca se afligía.
Mientras a Camacho se le veía agotado, Arruabarrena era incapaz de desahogar al equipo. Tyronne entró por Alexander González (70′) y pasó a la izquierda, intercambiando costado con Machís, que se vino a la derecha. El grancanario fue quien tuvo la sentencia, cómo no, en un contragolpe, que fue iniciado por Mérida. Tyronne erró en la toma de decisión ejecutando en lugar de asistir a un Samu que se encontraba para empujarla. El madrileño ingresó al verde en detrimento de Camacho (75′) para situarse como enganche, aunque la expulsión de Bambock un minuto después hizo que se colocara junto a Mérida. Sin embargo, la entrada de Jesús Valentín por Arruabarrena (79′) para reforzar el mediocentro hizo que Samu pasara a ser el primer hombre ofensivo de los azulgranas (4-4-1 final).
Sin lograr anotar el 0-2, Leo Franco salvó el empate en una ocasión y el Huesca se llevó la victoria como mandan los cánones de la Segunda División: peleando hasta el final, sin ceder ni dejarse llevar. Las estadísticas, en esta ocasión, sí le sirven al cuadro de Anquela: el Huesca fue el que más tiró (15 veces), el que mejor atinó (6 a puerta, 5 paradas de Kepa) y el que más faltas hizo (21). No obstante, ahí se pasó; Bambock (expulsado) y Mérida y Christian (amarillas) se perderán el duelo frente al Alcorcón. Pero eso resulta secundario, pues el Huesca ganó. Y como diría El Sabio de Hortaleza, todo se acaba resumiendo en una única cuestión: ganar, ganar, ganar, y volver a ganar, ganar, ganar, y volver a ganar, ganar, ganar…
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