ZARAGOZA | Andoni Cedrún nació en Durango pero el fútbol le hizo aragonés y le convirtió en un zaragocista inmortal. Tierno, original, divertido y único, Cedrún demuestra que los héroes pueden ser cercanos y estar hechos de carne y hueso. El legendario portero atendió la llamada de Palmadas al Viento en la víspera del partido de Aspanoa. La cita es para Cedrún el acontecimiento del año y esquiva el frío para hablar como solo él sabe hacerlo.
¿Qué significa el partido de Aspanoa para ti?
Es un ejemplo para el zaragocismo y un modelo para todo Aragón. Hay un ejemplo muy claro, los equipos que vienen a jugar como invitados se quedan sorprendidos ante un estadio completamente lleno. Normalmente en los bolos de veteranos suele haber 500, 600 personas, pero cuando vienen al partido de Aspanoa juegan ante 20.000 personas. Se quedan alucinados. Para nosotros es un partido tradicional e histórico. Es una reivindicación de la lucha para los padres de los niños, les da energía para seguir luchando. La vida ha sido ingrata con ellos, con sus hijos, por la enfermedad a la que tienen que hacer frente. Es un acontecimiento en la vida de todos esos niños y también de sus familias. Las familias salen reforzadas del partido de Aspanoa.
Se cumplen 30 años del encuentro de Aspanoa, de un día que siempre es especial. ¿Qué recuerdos tienes de una cita como esta?
Significa mucho para mí. Ahora ya no me pongo en los palos. Les pedí a la Asociación de Aspanoa que me pusieran como el portero de futbolín. Sigo haciendo deporte pero no juego porque me da mucho miedo. Si te pones en la portería tienes que tirarte al suelo y a mí me jode y me fastidia que me marquen goles. Ya hay guardametas que han jugado en el Real Zaragoza que van a estar en ese lugar. Pero siempre es una experiencia única, apoteósica. No sabes lo que significa para mí volver a La Romareda, estar en ese aroma del vestuario, vestirte en la que es tu casa. Siempre le decía al utillero: “Por favor, ponme siempre en el sitio en el que yo me vestía cuando era jugador”. Volver a vivir otra vez ese ambientazo, salir por el túnel, que vibre la gente… Eso no se puede pagar. Es una sensación que reviven personas que han hecho mucho por nuestro club y que siguen representando a nuestro escudo. Solo pido que el domingo haga buen tiempo. Y que el campo esté lleno.
Este año el calendario ofrece un guiño muy especial, en 2025 se cumplirán 30 años del momento en el que fuimos los mejores. ¿Cuántas veces al año vuelve la cabeza de Andoni Cedrún a París?
Te voy a ser sincero. Tengo tantas ganas de subir a Primera que yo ya no pienso en La Recopa. Fue un título similar al de La Copa de Ferias con Los Magníficos. El Real Zaragoza pasó con ese trofeo la frontera de Los Pirineos. Le dimos un sello internacional a un club y a toda una generación. A ver si la gente me entiende: a veces, hablar de La Recopa es un parche a la decepción que llevamos sufriendo durante 12 años. Conseguimos un logro único. Pero ahora estamos luchando, sufriendo, por volver a Primera. Ya no me acuerdo de La Recopa. Se la enseño a mi nieto de 9 años, a mis nietas… Los abuelos se lo recuerdan a los padres, los padres a los hijos que no pudieron vivirlo, para que descubran lo que era el Real Zaragoza. Pero yo, qué quieres que te diga, llevo 12 años en el infierno y tengo ganas de que de subamos a Primera de una puñetera vez. Para ser otra vez todo lo grandes que éramos. La Recopa sirve como inyección: cuando estamos desanimados, los zaragocistas vemos la final y volvemos a vivir el gol de “Gigi”, de Nayim. Sirve para reafirmarnos, como inyección de autoestima. Son logros inolvidables, pero forman parte del pasado. Y somos presente. Y en el presente, insisto, tenemos que subir de una vez a Primera División.
La Recopa de este siglo…
Hay que disfrutar, hay que vivir el presente. Me acuerdo de que muchas veces me llamaban loco cuando yo decía que el partido más importante en Zaragoza fue la promoción ante el Murcia. Fue lo más importante, el germen de todos los éxitos que llegaron luego. A raíz de esa salvación se hizo una estrategia deportiva tremenda, el equipo creció y llegó al cenit en el 1995. Cuando subamos toda la ciudad tiene que salir a la calle y llenar la Plaza del Pilar y que se viva de una forma única desde el Ayuntamiento. Para mí sería hoy un logro tan importante y tan fundamental como el que conseguimos entonces.
A un portero como tú hay que preguntarle por sus sucesores. ¿Habías visto antes una recuperación tan milagrosa como la de Gaëtan Poussin?
Tengo que decir que fui de los pocos que confiaron en Poussin. Ahí están las declaraciones que quedaron grabadas para demostrarlo. Siempre recuerdo el partido de Gijón: fue una actuación impresionante. Cometió un error grosero, pero era un error de falta de confianza, de relajación, de inteligencia y de todo lo que quieras, pero no un error como portero. Los fallos más llamativos de Poussin llegaron con los pies. Pero si analizamos el partido de Gijón nos encontramos durante 94 minutos con el portero que está siendo ahora. Vi cosas muy buenas de Poussin aquel día, pensé y dije muchas veces que era un buen portero. Le siguieron una serie de errores que ya no comete. Ante la duda, manda lejos el balón. Ha visto que tiene que medir esa situación. Fueron errores puntuales de concentración que ha evitado. En lo que le vi como portero: salida, blocaje, paradas y maneras vi que había materia. La vida y el fútbol siempre te dan una segunda oportunidad. Víctor Fernández lo pensó en pretemporada y Poussin ha demostrado que no se equivocaba.
¿Cómo ves la situación de Cristian Álvarez?
Yo le llamo el extraterrestre. Lo que ha hecho con el Real Zaragoza ha sido la hostia. Cristian es consciente de todo: es una persona que sabe estar en un vestuario, que sabe cuál es el rol que tiene que tomar ahora. Cristian, como capitán, está ayudando mucho en el vestuario. Y sabe cuál es su lugar, lo que puede aportar. A Cristian Álvarez le voy a dar las gracias mil veces. Y si tiene la oportunidad de jugar, aportará lo que ha aportado siempre.
¿Qué significa para ti el Real Zaragoza?
Es mi amor.