La capital altoaragonesa ha tenido la suerte de ver en la máxima categoría a sus tres espadas: Peñas, BM Huesca y SD Huesca… pero la élite no es eterna. El ejemplo más claro lo protagoniza el equipo de baloncesto con esas inolvidables temporadas en ACB, ganando al Real Madrid o al Barcelona. Fueron 12 años inolvidables para la afición que vio como el Pabellón del Parque o el Palacio de los Deportes se quedaba pequeño en cada partido. Sin embargo, todo pasa y los Riva, Vizcarro, Moyano, Ortas y Malo fueron irrepetibles.
“Los pueblos que no recuerdan su pasado están condenados a repetirlo”, esta sabia reflexión de George Santayana, un filósofo madrileño que impartió clases durante el inicio del siglo XX en Harvard, da para hacer una reflexión respecto al equipo de fútbol y lo vivido hace 30 años por el baloncesto. La SD Huesca debe aprender del pasado del Peñas para no repetir sus errores.
Aquel Peñas, dirigido por Guardiola, tras recoger el relevo a Vizcarro en el año 1993, tuvo que vender su plaza en 1996 y el sueño de la ACB se desvaneció. Este Huesca lleva 17 años ilusionando a la ciudad y un lustro en el que ha encandilado a la provincia. Esta temporada se ha logrado batir el récord de abonados con 8.017 socios y eso es una masa social inaudita para una provincia de 220.000 habitantes. Ese músculo social debe evitar futuros errores y su primer paso debe pasar por luchar contra la indiferencia.
Fieles siempre, sin reblar
No entiendo como 5.000 socios se quedaron en su casa en el partido frente al Albacete y la unidad es clave en momentos decisivos, como puede ser el partido frente al Mirandés de este sábado. Está claro que llegarán situaciones más comprometidas, pero el `fieles siempre, sin reblar´ que surgió en el Diario de Avisos de Zaragoza en 1913, debe ganar en consistencia de cara a lo que viene en un futuro para que el proyecto del equipo de fútbol no se desvanezca.