En la vida de Dani Arguillas hay una persona fundamental: Mónica Agraz, su chica. Sin ella, el portero del Bada Huesca sería otro. Lo primero es que seguro que no estaría defendiendo este escudo. Le dio la paz necesaria para que el jugador (Barcelona, 1992) se asentara. “Para mí, Mónica fue mi salvación”, dice firme. “Me ayudó a cambiar muchas cosas”, acota. Tres años que le han dado mucho, además de una preciosa hija en común, Naia, sobre la que pivota la vida de un portero que aspira a defender el balonmano del país de la hoja de arce: Canadá. De hecho ultima los papeles para tener la doble nacionalidad y no esconde la ilusión por participar así en torneos internacionales.
Pero antes de que reescribiera su historia hace tres años, hay un amplio bagaje. Su vida profesional empezó con 18 años. Tres equipos en tres temporadas. Empezó a forjarse en el Granollers. De allí saltó al FC Barcelona para volver a la también ciudad barcelonesa. Una localidad que es escuela pura de balonmano. “El pueblo de Granollers es balonmano. La forma en la que trabajan es que siempre vas al cien por cien. Y se enfoca en que hay que ganar, siempre. Y cuando uno no juega anima a los compañeros y siempre a tope”, recuerda.
Se ríe cuando se le pregunta si “siempre” como portero. No esconde que le hubiera gustado ser jugador de pista. En el Centro de Alto Rendimiento entrenaba nueve veces a la semana y aún le quedaban ganas para jugar… pero sin defender la portería. “Me daba igual el puesto, pero me gustaba jugar en el centro”, señala. Su puesto es el más comprometido y singular del equipo. Encontrar el equilibrio no es sencillo y ser portero suele ser desagradecido. “Puedes hacer un 40% de acierto, perder un partido y nadie te lo va a reconocer. Y cuando ganas, muchas veces prima el acierto del ataque sobre el de la defensa”, desliza Arguillas.
Pese al muro que los equipos levantan delante de los porteros a nadie se le escapa que cuando un tipo de casi 200 centímetros de altura arma el brazo y lanza con fuerza, estar bajo palos tiene miga. “Con jugadores que lanzan por encima de los 100 kilómetros por hora o te mueves o no llegas. La defensa es fundamental. Es cierto que estudiamos los lanzamientos de los rivales, pero es cierto que hay jugadores terribles. Jallouz del Barcelona una vez me dio en el pecho de lo que me acordaré siempre, Capote, Da Silva de Sin Fin son otros. Sí, hay jugadores terribles”, sonríe.
Si bien su padre, Paco, y su tío Víctor jugaban a balonmano, nunca se lo inculcaron a Dani Arguillas. Tampoco Xavi Font, entrenador de muchos equipos catalanes y muy vinculado a la familia Arguillas, influyó. “De hecho jugaba a la vez a fútbol, de defensa o de delantero. Económicamente era mucho gasto, además de un lío ir a entrenar a los dos deportes. Me decanté por el balonmano por el ambiente que tenía”, explica.
Ese carácter ganador que se inocula en Granollers desde la base forja un carácter donde se persigue la victoria en todo. “Soy muy competitivo en todo. Hacía trampas al parchís hasta a mi abuela. En vez de contar 20 contaba 21 si era necesario –se ríe-. Me gustan todos los deportes y quiero ganar a todo”, recalca. Ese carácter competitivo le llevó, por ejemplo, a poner en circulación en el bar de su chica, el Aitor Tilla de la Plaza Cervantes una hamburguesa de cuatro tipos de carne. “Es que a mí me gusta mucho también la cocina”, señala entre risas.
El día después lo ha empezado a preparar. En agosto montó una agencia de jugadores basada en su propia experiencia. “Entiendo el agente como un mentor, que aporte cosas a los jugadores con muchos servicios. Estamos en un deporte al que le falta mucha difusión y como agente hay que intentar que la imagen del jugador sea la más visible posible”, señala Arguillas.
Cuando se le pregunta por cómo vive la situación del Bada Huesca de hoy cambia el gesto y el registro de su voz. “Es muy difícil porque tampoco es algo que digas éste es el error. Es un conjunto de cosas. Hay rachas malas que les pasa a todos los equipos. Ahora mismo hay que tomárselo como que quedan 15 partidos, da igual lo hecho hasta ahora y ganando 8/9 nos vamos a salvar. Lo único que nos va a ayudar es darlo todo en cada encuentro y en cada entrenamiento”, subraya.
Ya son cinco años los de Arguillas en Huesca. Ha hecho de la capital altoaragonesa su ancla y aquí ha encontrado su razón de ser. Ahora toca seguir dándolo todo sobre el 40×20 porque en juego está la permanencia de la Asobal. La competición regresa y no hay más objetivo que quedarse en la elite del balonmano nacional una temporada más.