Garra, casta, pundonor, épica; todo esto lo mostró el Club Deportivo Ebro ayer bajo la lluvia en el estadio municipal de La Romareda pese a caer derrotado 1-2 frente al Valencia.
El encuentro comenzó con un conjunto arlequinado muy bien plantado sobre el verde y sujetando fantásticamente al equipo Che.
Dos acciones (un empujón y una mano), mandaron a la caseta mucho antes de tiempo a Thiago. Situación muy complicada en la que parecía que se podía dinamitar el choque, pero nada más lejos de la realidad: en una lección de resistencia como la que dieron los 300 espartanos frente a los griegos en Esparta, aguantaron cada uno de los envites del Valencia con un gran Salva bajo palos y extra motivado por jugar frente a la que fue su casa 4 años. El primer logro fue llegar al pitido de Estrada Fernández de descanso con empate a 0.
A la vuelta de vestuarios esa lección se exacerbó. Como los espartanos al llevar la guerra al cuerpo a cuerpo, el Ebro metió al Valencia en la zona donde mejor se mueve. Replegados y a la contra lanzaron una jugada que provocó la falta lateral que originó el tanto de Jon Ander con un tremendo testarazo. 1-0, todo el cuerpo técnico abrazado y los jugadores celebrando con la grada un tanto histórico. ¡Ebro, Ebro! Sonaba en La Romareda y se recuperaba el mítico ‘Sí se puede’ zaragocista.
Pudo meter el segundo, pero no lo logró y aunque luego un doblete de Santi Mina devolvió al equipo de La Almozara a la realidad, nadie les puede quitar ese momento en el que se adelantaron pese a jugar con 10. Nadie les podrá decir que no hicieron un enorme partido en La Romareda dando una lección de pundonor, coraje y sacrificio sobre un terreno de juego.
Cómo dijo Xavi Aguado en la zona de medios: “este Club Deportivo Ebro, lejos de quedar por debajo del escenario del encuentro, dignificó La Romareda”. Y de qué manera.