A pesar de dominarla en la faceta ofensiva, el conjunto azulgrana está sufriendo últimamente en la estrategia en contra.
Corría el minuto 67 en el Martínez Valero cuando, recién ingresado en el verde, Lluís Sastre cometía una falta en el primer cuarto de campo azulgrana, en el que más daño puede hacer el rival a balón parado. Solo quedó que Sergio Pelegrín se adelantase tanto a Íñigo López como a Carlos David en el salto, quienes no acertaron al defender la acción, para igualar, con la testa, el excelente tanto inicial de Vadillo.
Nada podía hacer Herrera en un centro de esos que, tan precisos y con la potencia necesaria, solo con rozarla, se tornan fatídicos para los guardametas. El Huesca volvía a ver como encajaba un gol en una acción de estrategia, del mismo modo que la semana anterior cuando César Soriano, queriendo evitar contactar con el balón, enviaba al fondo de su propia portería un saque de esquina servido por el Sevilla Atlético.
Sin embargo, en el derbi aragonés era la estrategia la que se aliaba con el Huesca cuando, en una falta servida por Camacho, Borja Lázaro materializaba la prolongación al primer palo para adelantar al Huesca en un partido que terminaría perdiendo, como frente al Alcorcón, donde el balón parado, y tras varios rebotes en el área, se volvía de nuevo en contra de los de Anquela por mediación de David Navarro.
Y a finales del año era otro balón parado, en aquella ocasión un penalti, lo que le privaba al Huesca de los tres puntos, como la falta del Martínez Valero. Los dos últimos tantos recibidos por el equipo oscense han llegado desde la estrategia, suponiendo, el segundo un empate y, jornadas atrás (Alcorcón), provocando una derrota.