El joven y atrevido ciclista oscense comienza a recoger los resultados que su trabajo y constancia merecen. Esta semana ha sido en Portugal, más concretamente en la Volta ao Alentejo, donde enfundado en el maillot verde de su Euskadi-Murias ha logrado terminar en séptima posición tras seis días de intensa competición en los que los siete primeros, de Fernando al líder, el portugués Mendoça, tan sólo ha habido un hueco de 38 paupérrimos segundos.
El de Huesca bien podía haber sido quinto, tal y como iba ayer, o podium con 25 segundos menos en el cronómetro. No importa mucho al final ya que lo importante ha sido la regularidad mostrada a lo largo de estos seis días. Desde el inicio bien colocado en cada meta, donde los ciclistas llegaban en grupos separados por escasos segundos. Y todo esto sin apenas montaña en las que mostrar sus mejores cualidades.
Más allá de lo que dicta la clasificación, que está muy bien, hay que quedarse con otros aspectos. Desde el inicio de esta pequeña ronda portuguesa se ha visto a un Fernando muy activo y muy atento. Está haciendo de la fuga una marca personal, algo que en este tipo de pruebas es muy importante ya que desde un inicio te dejan bien colocado. Ser neoprofesional y tener el descaro (y las piernas) para asomar con tanta frecuencia en cabeza de carrera no es algo habitual. El primer año en la categoría es muy duro, es un año sobre todo de aprendizaje, pero no es lo mismo aprender en cabeza que en cola del pelotón. Arriba da mucho el aire en la cara, dan codazos y seguir la rueda se hace más difícil, pero es una escuela que forja grandes ciclistas. Es la escuela a la que asiste Fernando.
Ahora vuelta a casa y a esperar una nueva oportunidad. A la vuelta de la esquina se encuentra la Vuelta al País Vasco, una de las mejores pruebas de una semana del calendario internacional. Ni qué decir tiene de la importancia que la Itzulia tiene para su equipo, el Euskadi-Murias. Es, junto a La Vuelta, la cita del año para los verdes. Aún es pronto para determinar si estará pero está claro que lo merece. Etapas nerviosas, lluvia, terreno conocido, mucho puerto y mucho descenso. Terreno Barceló. También terreno Samitier.