El fútbol americano vive al aroma de lo que desprenden las películas yankees y la dureza es uno de esos factores que apasionan a unos y echan para atrás a otros. Todo contacto seguro es sinónimo de contundencia. Y, por supuesto de nobleza. Lo es en el rugby y lo es en el ‘made in USA’ del balón ovalado. Cuando además añades barro y frío, igual todo se complica. Por eso la visita de los Mercenarios de Villamayor a los Bisons de Santander se tiznó de gesta. En el norte cántabro más que lluvia el cielo se desplomó. La derivada era clara: partido de esos de pura fuerza, con escaso margen para la plasticidad. Tocó apretar los dientes y ser más solidarios en el juego.
Los Mercenarios llegaron a Cantabria con los ánimos a tope tras su primera victoria. El partido arrancó con dos anotaciones –pase y carrera- anuladas por sendas penalizaciones en lo que iba a ser el guión durante los cuatro cuartos. La falta de concentración penalizó a Los Mercenarios con muchas yardas a la contra lo que influyó en su juego que no fue fluido. Aun así, el running back Manu Soto brilló entre el barrizal y se convirtió en la pesadilla del equipo cántabro.
El quaterback, clave
Bisons percutió mejor al adaptarse al piso y aprovechó que Mercenarios no encontraba la llave adecuada para activar su juego con lo que su quaterback anotó 3 de carrera más un fumble recuperado que valieron para derrotar a los de Villamayor por 6 puntos. El 28-22 fue el resultado final, que si bien es una derrota, no hace más que constatar que el siete aragonés es un equipo al que hay que esforzarse para ganar.
Dentro de 15 días toca viajar a Bilbao, donde los Coyotes de Santurzi, equipo que hasta hace poco militaba en la máxima categoría, lidera la clasificación. Sin duda, otra piedra de toque para calibrar el juego de los de Villamayor contra uno de los equipos más difíciles de la Liga Norte.