Permítanme tirar de tópico por un día. Permítanme catalogar de suspenso la temporada del Real Zaragoza. Permítanme considerar a Sergio Bermejo como el alumno aventajado de Fran Escribá. Cada maestrillo tiene su librillo, y en el del nuevo entrenador del conjunto aragonés sobresale la figura del madrileño. Porque el ‘10’ blanquillo, allá por octubre de 2019, debutó en Primera División. En el Benito Villamarín, concretamente. Y lo hizo a cargo del que hoy comanda la nave zaragocista.
La etapa de Bermejo en la capital del Ebro ha dado pie, y lo sigue haciendo en la actualidad, a numerosas cuestiones: ¿Mejor por detrás del delantero porque sus cualidades físicas le lastran en la banda? ¿Debería aumentar sus cifras de goles y asistencias? ¿Es mala su toma de decisiones? Sea como fuere, en la mediocridad que impera en todas las parcelas del club, el que se sale del camino pone la nota discordante y él lo hace en la zona de mediapuntas.
Bermejo ya forma parte del núcleo duro del vestuario, es un jugador clave en el proyecto (renovado hasta 2025) y con Escribá tiene el contexto perfecto para acabar de dar ese paso adelante que la afición le lleva pidiendo desde hace meses. La irregularidad le acompaña, como a muchos otros buenos jugadores, y el mercado invernal le traerá competencia. También provocará que se deshaga de otra, aunque no sé si a los Eugeni, Vada o Mollejo de ahora se les puede tildar como tal.
Bermejo, ante su punto flaco
El rendimiento de Bermejo ha estado siempre condicionado por sus registros. Para un jugador llamado a decidir en el tercio final, haber participado en cinco goles en cada una de sus temporadas en Zaragoza resulta pobre. Con periodo de adaptación en el fútbol profesional e inestabilidad general en la institución mediante, el canterano del Celta ha encontrado problemas inesperados como la indefinición de su posición.
Bermejo se está labrando un nombre en mitad de adversidades y de las peores historias – la del Real Zaragoza es de terror – también se sacan conclusiones en claro. La mayor parte de la plantilla tiene en los seis encuentros que preceden a enero un examen de recuperación continuo. Él no será una excepción, aunque quizás el suyo sea más para subir la nota rácana que marca su temporada hasta ahora. Una asistencia en doce partidos es el dato que contextualiza y da forma al principal problema del atacante zaragocista: la producción ofensiva.