ZARAGOZA | A falta de once partidos para el final de la temporada, el Real Zaragoza es un saco gigante de problemas. La llegada de Gabi Fernández ha disipado varios de ellos, pero la realidad es que todavía queda mucho trabajo por hacer, sobre todo dentro del terreno de juego. Descompensado en su fútbol, el Real Zaragoza muestra las dos caras de la moneda: aúna sus mejores virtudes en ataque y sus peores defectos en defensa.
Tras probar infinitas combinaciones, la zaga del cuadro blanquillo todavía no ha encontrado unos futbolistas en los que confiar. Con la inoperancia por bandera, los ocho goles recibidos en los dos últimos encuentros evidencian un rendimiento defensivo catastrófico, propio de un equipo de niños. Lejos de lo que un día parecieron ser, el actual nivel de los que forman la zaga se explica a través de errores en todos los conceptos defensivos. Con el paso del tiempo, el Real Zaragoza se ha convertido en un equipo todavía más vulnerable, un equipo con la guardia baja que parece no saber encajar golpes.
Ante el Córdoba, una de las máximas de Gabi es frenar dicha sangría defensiva. Sin embargo, el madrileño enfrenta un panorama complicado: además del nivel ofrecido, el número de activos en la zaga también ha experimentado un notorio descenso. Kervin Arriaga y Kosa se encuentran con sus respectivas selecciones y Lluís López continúa en el dique seco. Es por eso por lo que las opciones se reducen a tan solo tres nombres para dos puestos: Jair Amador, Enrique Clemente y Bernardo Vital.
Problemas en los laterales
No son solo aquellos que ocupan la parte central de la zaga los culpables de la hemorragia defensiva. Tasende y Calero forman dos carriles fantasma. Abrumados por el desgobierno, ambos futbolistas atraviesan el tramo más alarmante de su temporada: parecen no recordar quienes son. Han olvidado sus cualidades y han explotado sus carencias, tal y como sucede con el grueso de la zaga.