La imagen del pasado fin de semana no se dio dentro del terreno de juego, sino en los alrededores de la Romareda. En un acto noble pero irresponsable Jorge Pombo salió a hablar con una serie de aficionados que esperaban a los futbolistas a la salida del estadio. Y la noticia y los vídeos no tardaron en estallar en otra fría noche para el zaragocismo, que desembocó en una confrontación de opiniones.
Abordemos el tema desde el fondo personal del protagonista. Aficionado al león desde que era un niño, Pombo debe sentirse especialmente dolido por esta situación. Con el mayor peso futbolístico que ha tenido en su carrera en el club de su vida, el Real Zaragoza se encuentra en la peor posición de este largo paso por los infiernos de la segunda división. Nadie duda de su compromiso y ahora mismo es uno de los líderes, en el campo y en el vestuario. Tiene que ser duro. Y eso explica que en un momento tan delicado quisiera salir a dar la cara. Fue el único que se atrevió, en un acto de buena fe, desde luego. Pero que quizá iba cargado de unas palabras condicionadas por el calentón personal y por la tensión del ambiente, sobre las cuales no reflexionó el jugador aragonés, y no imaginó lo que podían dar de sí.
Jorge Pombo declaró a luz abierta y rodeado de hinchas que había un problema de actitud. “Ahí hay algunos que no quieren”. Una reflexión que en la mayoría de ocasiones es lo que los aficionados más calientes quieren escuchar. Suele ser el típico comentario simplista que no aborda el problema real. De hecho, no parece que los apuros del Real Zaragoza vayan enfocados a una falta de actitud. No se perciben esos síntomas en el césped, no se aprecian faltas de disciplina en los entrenamientos ni salidas de tono en las ruedas de prensa. Aunque esas declaraciones de Jorge Pombo son mucho más mortíferas que lo que puede recoger cualquier periodista. Entonces, ¿realmente el equipo ocupa posiciones de descenso a 2ºB por falta de actitud? Personalmente creo que hay mucho más.
El fútbol no es tan simple como querer. Hay veces que se quiere, pero no se puede, como en la vida. Y eso es lo que transmite ahora mismo el Real Zaragoza. Un equipo sin un sistema ni un modelo de juego definido, endeble defensivamente, que comete fallos impropios de la categoría, que se atasca cuando tiene el balón, al que le cuesta un mundo desbordar y por supuesto crear ocasiones de gol. El problema va mucho más allá de esa actitud que criticaba Pombo, y parece el típico recurso a la desesperada que no permite ver el verdadero fondo de los problemas. Y es que el error apunta desde arriba, bien enfocado a un fallo en la planificación de la plantilla o en un error de la doble elección de Imanol Idiakez y de Lucas Alcaraz.
Y es que esas declaraciones de “A alguno le cogería de los huevos” o “hay jugadores que no quieren” pueden ser gasolina en un ambiente cada vez más caldeado. Aunque hay que reconocer que hasta ahora parecía que el vestuario estaba muy unido, son palabras que sumadas al contexto pueden empezar a subir la tensión interna.
Aunque muchos estarán pensando que esto no puede afectar negativamente porque ¿Se puede ir a peor? Esta plantilla, este club, esta masa social… ¿Puede ir todavía más abajo en la clasificación o transmitir peores sensaciones futbolísticas? Difícilmente puede ir esto más hacia abajo porque el Real Zaragoza ahora mismo se encuentra a centímetros de un precipicio mortal. Ahora mismo nos acogemos a un punto de inflexión que cambie la dinámica. Ese momento clave que vuelque la balanza hacia el otro lado y empiece a permitir al equipo crecer. Ojalá pueda repercutir positivamente declaraciones públicas como esta, pero hay que tener claro, como explicaba anteriormente, que en el fútbol no se gana con huevos, sino con un juego efectivo y bien planteado.