El futbolista navarro regresaba a Tudela vistiendo los colores de la SD Huesca. La afición local se comportó con él de manera modélica.
Ros en el banquillo con el tobillo malherido | Foto: sporthuesca.com – C.PascualÍñigo Ros volvió a su ciudad natal el pasado domingo para jugar frente al equipo en el que comenzó a despuntar como futbolista. Puso rumbo a San Sebastián en 2001 para 5 años después jugar con el Real Jaén. Más tarde hizo de nuevo las maletas para incorporarse a la SD Eibar y posteriormente al CD Tenerife, club en el que estuvo dos temporadas hasta el verano pasado.
En partido oficial Ros no pudo medirse al equipo de su ciudad en Tudela hasta el pasado domingo, y la afición local mostró una actitud afectiva con su paisano. Fue de los pocos jugadores que no fueron constantemente increpados, siendo Manolo y Fran Mérida el epicentro de las ofensas verbales. Ros fue sustituido en el minuto 52 debido a una falta anterior que le provocó un fuerte dolor en su tobillo izquierdo que le impedía continuar el encuentro. A su salida del rectángulo de juego, el Ciudad de Tudela despidió a su vecino con una entrañable ovación.
El recibimiento a Ros también fue cálido por dos motivos: el primero fueron las altas temperaturas que se alcanzaron en Tudela antes y durante el partido, provocando la deshidratación de los jugadores azulgranas que constantemente reclamaban líquidos y aprovechaban las pausas del juego para rehidratarse. También se puede hablar de recibimiento cálido en el sentido de que Ros se fue “caliente” del choque. Durante todo el encuentro estuvo sufriendo el acoso de los jugadores del Tudelano, que ejercían una presión muy intensa con, sobre todo, los jugadores de la medular. Una de esas bruscas acometidas terminó por apartar a Ros del choque, ya que no pudo recuperarse de una dura entrada por detrás en el centro del campo.
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