El Real Zaragoza volvió a empatar frente al Girona (1-1), como si el guión de los partidos estuviese marcado siempre por las mismas cartas. En esta ocasión, el Zaragoza descubrió el primer as sobre la manga de Vada. Pero, inexperto en su ventaja, el equipo de JIM acabó cediendo la banda y también la victoria.
Hay un punto cíclico en los últimos partidos del Zaragoza, convencido de su propuesta en la teoría e incapaz de llevarla ya a la práctica. Frente al equipo catalán quiso madurar el partido, trasladarlo al terreno de los detalles, dejando que el tiempo pasara en lugar de mostrar una fe ciega en el triunfo. Y en un duelo marcado por las modificaciones que hizo JIM en la entrada, encontró el gol a través de un revulsivo. Tampoco podía ser otro que Valentín Vada.
El Zaragoza no fue capaz de vencerle a un equipo atemorizado, casi convencido de su derrota. Y en esta serie de empates el equipo de JIM nunca tuvo tan cerca el triunfo. La oportunidad llegó a través del gol de Vada, como si en este equipo todos los tantos tuvieran el mismo nombre. El argentino saltó al campo enrabietado, con ese alma de hincha que tiene soluciones de un futbolista de verdad. Cuando todo el mundo temblaba en el área supo orientar su control y resolvió con frialdad una bonita jugada colectiva. Vada tuvo tranquilidad donde otros tienen prisas, colmillo donde otros no enseñan ni las garras.
El primer golpe del Zaragoza ante el Girona
Era el guión perfecto para escapar de la misma película de siempre. JIM llevaba semanas trazando en su cabeza una ventaja. Pero Míchel reaccionó y le dio sitio en el encuentro a un regateador como Darío Sarmiento, a un futbolista fino como Pablo Moreno y a un goleador eterno: Christian Stuani. El técnico del Real Zaragoza no entendió que su equipo necesitaba un refresco, apuntalar el carril en el que Sarmiento cocinaba el empate. No atendió a los signos de fatiga de Bermejo ni a sus lagunas en el repliegue. En esa franja del campo, ante la cercana mirada del técnico, el Zaragoza dejó escapar su segundo triunfo de la temporada.
Entre Jair, Lluís López y Chavarría perdieron la única marca del Girona que el Zaragoza debía guardar. Stuani apareció libre, marcó los tiempos y batió a Cristian Álvarez. El uruguayo, uno de esos jugadores que encuentran su sitio en la boca del gol, no esperaba tantas facilidades en el área. Stuani no dejó escapar la ocasión y firmó las tablas. Un resultado que el Girona considerará un triunfo y que es para el grupo de JIM su derrota más sonada.
El final del partido ya está escrito y deja en mal lugar a un Zaragoza que sigue sin saber vencer, sin importar si su once lo ocupan jugadores de refresco o titulares habituales. El técnico quiso cambiarlo todo en la alineación y descubrimos al final que, en el fondo, nada cambiaba.