Con la mayor solvencia posible se gustó el Huesca ante UCAM en un partido donde tuvo que modificar su forma de poseer el esférico para ganar.
El mayor detalle que se produjo en el choque frente a los universitarios fue cómo jugaron Aguilera, Melero y Samu cuando su equipo tenía el balón. Porque, hasta ahora, el Huesca siempre ha sabido jugarlo pero nunca antes se había visto tan exigido, debiendo adoptar una nueva forma para que su circulación fructificara. Y Samu se dio cuenta rápido.
Ante un 5-4-1, la SD Huesca aglutinó mucho balón desde el comienzo. Los de Salmerón mantenían su esquema en la segunda zona; un bloque junto a media altura con Jona descolgado. El conjunto azulgrana ya superaba al hondureño desde el propio Sergio Herrera y debía afrontar una ‘a priori’ compleja situación ante cuatro centrocampistas rivales muy posicionales.
A pesar de que Soriano hiciese como en Tenerife y cediera su espalda tras un leve amago sin balón de Collantes, quien asistió para la igualada, Samu comprendió a la perfección lo que su equipo necesitaba, que no era otra cosa que colocarse correctamente cuando el Huesca moviera por dentro y ya en campo rival. El madrileño, de mediapunta, se desplazaba ligeramente hacia su perfil izquierdo para situarse como interior, hecho que implicaba que el triángulo variase de forma y que los extremos participaran mucho por dentro.
Aguilera hizo lo propio que el rubio pero en el costado derecho y Melero se situó como ancla. Salida dinámica y fluida, con Gonzalo; criterio y pausa por el carril que profundizaba Akapo, con Juan; y desequilibrio junto a Vadillo, Samu Sáiz (4-3-3 con balón). UCAM pretendió liberarse tras el empate y pasó a cerrar con cuatro atrás, con un hombre sobre el ’14’ azulgrana y con otros cuatro haciendo lo mismo que anteriormente, un 4-1-4-1 que en defensa se convertía en un 4-5-1.
Ya con Camacho (64′), Samu pasó a la banda derecha, yéndose mucho hacia dentro, Ferreiro a la izquierda y el capitán actuó en el interior derecho, siendo la pieza más avanzada del triángulo de la medular, con Melero asentado en el interior izquierdo y Aguilera en el pivote, aunque el Huesca fue más estable en ese sentido que en el primer tiempo. Después, Alexander (72′) jugó donde lo hacía Samu y Bambock (74′) lo hizo en el perfil diestro de la zaga, cambiando Valentín su posición.
El único pero queda, quizá, en la decisión de Anquela de mantener a César Soriano en el lateral, no solo por lo que aporta este sino por lo que es capaz de aportar su competidor Brezancic. Sin embargo, y para bien, solo es un detalle. Como el del asimétrico triángulo. Este Huesca siempre sabe.