Juan Carlos Carcedo dibujó un Zaragoza distinto ante el Lugo. En su sistema, hubo muchas dudas y un problema evidente en el repliegue. La situación se agravó en la segunda mitad, cuando el equipo aragonés buscó los atajos más elementales del juego. Carcedo ensayó una solución al acabar el encuentro y también una receta para el futuro: “Deberíamos haber tenido más paciencia y posesión. Hemos querido atacar demasiado rápido y el partido se ha vuelto demasiado loco”. A esa locura contribuyó el técnico con sus decisiones. Una vez más, la segunda unidad no mejoró el partido y el Zaragoza preparó mejor que nadie su tragedia.
La propuesta de tres centrales no solo sirve como un mecanismo de protección. Si el grupo se coordina y se mueve al unísono es también una fórmula ofensiva. Curiosamente, el Zaragoza no consiguió protegerse ni atacar con fluidez. Quizá porque en ese plan, la proyección de los laterales es siempre indispensable. Gámez ha aprendido la lección de memoria, pero Nieto está lejos de ser un futbolista profundo e incisivo. Duda de sí mismo y juega como si nunca quisiera hacer ruido. La respuesta del entrenador no admite mucha explicación. Gámez ha sido retirado casi siempre, por un Larrazabal que no le mejora ni en ataque ni en defensa.
La palabra de Carcedo y un dibujo con lagunas
El técnico quiso explicar las claves del sistema y las modificaciones que probó a lo largo del encuentro: “Con 3 centrales quería que Francés estuviese con Chris Ramos y que Lluís López y Jair marcasen a Manu Barreiro. Quería tener ese juego aéreo controlado. El cambio de sistema en la segunda parte era para ser más ofensivos. La ganas de ganar nos han partido”. La lectura tiene su justificación, pero el curso del encuentro mostró todos los defectos del grupo. El equipo se abrió en exceso, cargó el área sin encontrar puntos de remate ni una referencia en el aire. Paradójicamente, cuando Gueye saltó al césped, el Zaragoza apenas amenazó en el centro.
En el lado opuesto del juego, Chris Ramos, ya sin la referencia ni la compañía de Barreiro, ganó todos los duelos. Francés y Jair no encontraron antídoto a su zancada y Cuéllar también mostró todas las vergüenzas de la zaga a la carrera. Si el Zaragoza había iniciado el partido con cinco defensores, se encontró en los momentos de la verdad defendiendo solo con dos. La fotografía del último tanto fue especialmente dolorosa. Cristian, Jair y Francés coincidieron, impotentes, frente a la resolución más feliz de Ramos.
Las dos últimas derrotas han dejado en mal lugar a Carcedo. El equipo acaba mucho peor los partidos, con demasiadas lagunas en su media y sin recursos en el juego posicional. El técnico prescinde de Bermejo y el reemplazo de Gámez condiciona también el fútbol colectivo. Los ensayos de Carcedo aparecen en un momento de la competición en el que ya no hay lugar para los experimentos.
Perdido en su propio método, más pendiente de los registros físicos que del juego, Carcedo busca soluciones para el primer gran problema del curso. Su Zaragoza ha tropezado dos veces mucho antes de empezar a caminar.