“Con todos los respetos, cuestionar la posición de Juan Carlos Carcedo a estas alturas de la temporada me parece que está totalmente fuera de lugar”. La frase es de Raúl Sanllehí y llegó hace poco más de un mes, en una comparecencia compartida con Miguel Torrecilla. El mandamás del Zaragoza, dueño de las decisiones más sensibles del club, respaldaba así a su técnico de confianza.
Sanllehí eligió a Carcedo pronto y por delante de una serie de candidatos que seducían más a la afición. En su decisión apreciaba los años compartidos en el Arsenal, bajo la tutela de Emery, en los que en realidad no les fue demasiado bien a ninguno de los tres. Al preparador riojano se le consideraba un técnico moderno, metódico, capaz de leer el juego y todos sus secretos. El curso de la competición ha mostrado que a Carcedo le falta olfato y emoción, dos cualidades imprescindibles para convencer a La Romareda.
Sin saberlo, Raúl Sanllehí activaba con su declaración el protocolo de la destitución. En el fútbol, hay códigos no escritos y reafirmar a un técnico en su puesto es el paso previo a su cese. Zapater tomó el testigo tras el empate ante el Oviedo con otro cliché: “Estamos a muerte con Carcedo”. Y la suerte del técnico se decidirá en el Sardinero, cuando La Romareda ya ha emitido su propio veredicto, con otro clásico de este juego: “Carcedo, vete ya”.
Los cambios, la condena de Carcedo
La suerte de Carcedo parece ya escrita, entre otras cosas porque el técnico parece empeñado en deshacer algunos de sus aciertos con errores de bulto. El mejor ejemplo llegó ante el Oviedo, donde descubrió un sistema distinto para la primera mitad. En el descanso, mostró su perfil más conservador y desdibujó al equipo con la retirada de Francho Serrano y Radosav Petrovic. Como si en su mapa mental estuviera prohibido jugar con futbolistas amonestados, por mucho que hubieran mejorado la postal del equipo. Frío y calculador, apenas siente los partidos y no le duelen una serie de empates que, en el fondo, se visten siempre de derrotas.
Las modificaciones del Zaragoza empeoraron al grupo, estrellado de nuevo en un centro estéril. Retiró a Azón cuando el equipo aragonés necesitaba la victoria y su último recurso llenó de rabia a la grada. Sin rascacielos en el área, le otorgó el lugar de revulsivo a Zapater, en perjuicio de un Gueye al que solo se puede buscar por alto y a la desesperada. Paradójicamente, el capitán tuvo la ocasión más clara en el tramo final, en un recurso que nunca estuvo en el guión de Carcedo. Una frase del técnico en el cierre del encuentro resume la distorsión de todas sus realidades: “los cambios nos han metido de nuevo en el encuentro”.
Inteligencia artificial, el fútbol del big data
El técnico ha querido convertir a su equipo en un robot, pero la competición ha mostrado todos los fallos de su sistema. En su pizarra hay datos y análisis transcritos del big data, pero poca noción de un juego que se rige por las leyes de siempre.
El Zaragoza solo ha sumado 10 puntos en 9 jornadas y Carcedo nunca enriqueció los partidos con el juego en marcha. Sanllehí le otorgó hace un mes el papel de Santiago Nasar[1] y solo un triunfo podrá posponer una muerte anunciada.
[1] Santiago Nasar es el personaje principal de la novela de Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada. El relato del escritor colombiano reconstruye la muerte de Nasar. Todo el mundo conoce una sentencia ya escrita, salvo la víctima del asesinato. Y todo indica que la historia de Carcedo en el Real Zaragoza será también una nota al pie.