Alberto Zapater marcó uno de esos goles que se entienden mejor desde la épica. El fútbol sonrió a Carcedo en el descuento y el técnico consiguió una valiosa prórroga en los banquillos. Antes, Jaume Grau había buscado el abrazo de su técnico en un festejo que se volvió colectivo. La celebración del primer tanto fue el fiel reflejo de la unidad de la plantilla. Quizá porque en el fútbol los goles dicen mucho más que las palabras, la fotografía de los dos tantos sirvieron como postal del partido. Grau abrazó a Carcedo y Zapater celebró el suyo por él y por su técnico.
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— Real Zaragoza 🦁🤍💙 (@RealZaragoza) October 15, 2022
Durante muchos minutos, el Zaragoza encontró la emoción que había pedido Carcedo en la previa. Adelantó sus líneas y logró a través de la presión la lucidez y el robo. Bermejo culebreó en la zona del enganche, mientras Gueye buscaba remates en las áreas. Maldito hasta el momento, su mejor cabezazo llegó en fuera de juego y el segundo se topó con el palo. La suerte quiso que los goles llegaran de la media. En el primero Jaume Grau resolvió una acción de estrategia con la diestra, al filo del área pequeña. En el segundo, Zapater completó la asistencia de Iván Azón y la mejor arrancada de Larra.
Antes, el Villarreal B había equilibrado la balanza con la entrada de Haissem Hassan. El francés tiene 20 años y un amplio abanico de regates. El partido es para él un desafío constante, un duelo entre él y su marcador, como si el fútbol fuera mucho más calle que pizarra. Ese cambio de sensaciones lo completó Tasende con una volea inalcanzable hasta para Cristian Álvarez.
El partido, que había transcurrido por el raíl que le convenía al Zaragoza durante muchos minutos, se complicó para siempre. Se volvió áspero, difícil de mirar. En el descuento, Larrazabal esquivó dos veces el tropiezo y Azón miró al compañero cuando los delanteros solo ven puerta. Allí apareció Alberto Zapater, uno de esos invitados a los que ya no se espera en la fiesta o en el área. Vencido y en plena caída resolvió con el exterior en el penúltimo de sus servicios. El pie fue el mejor apéndice de su cuerpo, el reflejo de una voluntad tozuda e inquebrantable. Puro corazón.
Carcedo, feliz y aliviado tras el triunfo, dejó un mensaje que sirve para resumir un triunfo tan merecido como agónico:
“El equipo ha dejado claro que quería ir a por la victoria. Tengo que dar las gracias a la plantilla. Es un triunfo merecido, nos lo hemos trabajado. Y el fútbol debía ser justo con nosotros”.